Nota en el diario del 29 de diciembre de 1911
Las dificultades para terminar aunque sea un breve ensayo no
radican en el hecho de que nuestro sentimiento, para la terminación del
trabajo, requiere un fuego que el contenido real de lo anteriormente escrito no
ha sido capaz de suscitar por sí mismo, sino que dichas dificultades se deben
más bien a que el más insignificante ensayo exige que el autor esté satisfecho
de sí mismo y se pierda en su interior; sin estas condiciones es difícil
penetrar en la atmósfera del día cotidiano si no hay una enérgica resolución y
un acicate exterior, de suerte que, antes de haber concluido el ensayo y de
podernos retirar tranquilos ,nos lanzamos fuera de él y desde fuera tenemos que
completar el final, con unas manos que no sólo deben trabajar, sino también
sostenerse a sí mismas.
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