sábado, 3 de mayo de 2014

FILBO, medios de comunicación y Vargas Llosa



No sé ustedes, pero aquella intervención banal y desafortunada de aquel defensor de la “revolución” contra la cual “conspiran” Mario Vargas Llosa, Álvaro Uribe y Ricardo Montaner, me parecía una simple anécdota, uno de esos chascarrillos que no merecen mucha atención. Sin embargo, la efeméride de información que se ha dado me hace preguntarme (de nuevo) si estamos bien informados y si merecemos ser bombardeados por notas y comentarios sobre un hecho del que en una semana nadie se va acordar.

Lo primero que tengo que decir es que no estuve presente en la FILBO de este año, pero sí oí al señor en vivo y en directo, desde 8000 kilómetros a la distancia, lejos de mi país y a través de Canal Capital, al cual llegué a la una y media de la mañana (hora de acá), mucho tiempo después de que mi hermana y un amigo de ella hubiesen entrado en CORFERIAS, a las dos de la tarde (hora colombiana), con el ánimo doble de obtener la firma de Vargas Llosa en algunos de los libros que dejé y que había—por cierto— comprado de segunda tanto en el parque de los periodistas, hace ya más de un año, cuando todavía vivía en Colombia. 




Como pueden observar en las fotos de arriba que me mandó ella, faltando dos horas para empezar la firma de libros, la fila que había era una cosa impresionante y la mayoría de los que estuvieron parados durante un buen tiempo, se quedaron sin entrar a que les estamparan el autógrafo en sus libros, puesto que (como me cuenta mi hermana que estuvo en esa fila treinta minutos) sólo entraron los que tenían un ficho repartido a la una de la tarde (dicho sea de paso, tres horas antes de la firma de libros, cinco antes del inicio del conversatorio y una antes de que mi hermana llegase al lugar) del que la mayor parte de la gente no tuvo idea, ni era informado por los organizadores de la FILBO. Lo peor del caso es que (hasta donde yo sé y sí alguien tiene una prueba de lo contrario le agradezco me la haga saber) en la página de la feria del libro no aparece este pequeño detalle y en las pantallas no se dijo nada, por lo que muchos visitantes se quedaron erráticos en aquellas filas inútiles (de esas que a cada rato hacen en distintos lugares de Colombia).




Luego del anterior impase, mi hermana se dirigió a la otra fila que daba entrada al Auditorio José Asunción Silva, donde se encontró con otra fila de tamaño monumental que la hizo pensar si valía la pena estar dos horas con una gran probabilidad de no entrar o irse. Afortunadamente ella se quedó y logró entrar a un auditorio que se hizo pequeño a pesar de las 750 plazas en las que había lagartos (cuerpo diplomático), expresidentes, escritores y gente de todo tipo de ralea esperando al rockstar del día, a quien probablemente ya le hubiesen oído el discurso ya mil veces dicho sobre el proceso de creación de La ciudad y los perros. Y ojo, no estoy diciendo que sea malo, porque yo no me canso de oír a Vargas Llosa y acepto que leo sus columnas quincenales como un beato (a pesar de no comulgar muchas veces con ellas), pero en honor a la verdad creo que siempre que le preguntan sobre su primera novela, vuelve siempre a los mismos lugares, a las mismas influencias y a las mismas anécdotas. Aquella suposición fue confirmada por un mensaje por WhatsApp de mi hermana en el que me escribió “empezó a contar lo mismo que dijo en la otra conferencia” (i.e. la del Hay Festival) y bueno, luego de eso pensé en simplemente irme a dormir en esta parte del mundo, donde ya era un poco más de la una de la mañana. 

Sin embargo, por esas casualidades de la vida, revisé mi celular antes de poner la cabeza sobre la almohada y vi el mensaje de una amiga en el que me había hecho una pregunta a través del chat de Facebook y pues bueno, entré a la red social, respondí y me encontré con el pequeño anuncio de la página de Facebook de la FILBO en donde invitaban a acompañarlos en el conversatorio entre Juan Gabriel Vásquez y Vargas Llosa. Imaginé que el mensaje iba dirigido a todos aquellos que se encontraban en CORFERIAS, pero no. Cuál fue mi sorpresa al ver un comentario en donde se mencionaba que Canal Capital estaba pasando el conversatorio en directo.

Inmediatamente tomé mi tableta y bajé cuatro (de los ocho pisos sin ascensor) de este tétrico edificio en el que vivo y me le pegué a la puerta de un apartamento al cuál le descubrí la clave del Wi-Fi (no tengo acceso a internet en mi cuarto y mi única comunicación con la red, como dije antes, es mi celular, cuyo plan es tan pequeño que dos minutos del vídeo en vivo me dejarían sin internet por el resto del mes) y bueno, observé parte de la conversación en la que Vásquez le preguntó al escritor peruano sobre los ensayos escritos por la generación del Boom Latinoamericano en los años 60; sobre el humor y el melodrama en la literatura (más exactamente en Pantaleón y las visitadoras); sobre La guerra del Fin del Mundo (que dio lugar a una espléndida exposición sobre la Guerra de Canudos y el libro Los sertones de Euclides da Cunha) y en fin, sobre una serie de temas que llevaron la conversación más allá de las preguntas y respuestas casi ensayadas que se pueden escuchar en otros archivos de audio. De aquella hora sentado en el piso sucio del frío y estrecho pasillo del edificio sólo me lamento de que el streaming de aquel canal fuese en ocasiones tan malo y se cayera incluso por varios minutos que me hacían perder el hilo de la conversación. Por lo anterior, al día siguiente me puse a buscar en Dailymotion y Youtube si alguien había subido la conversación entera y sólo me encontré con el discurso que dio Vargas Llosa en el día inaugural de la FILBO (cuyo visionado recomiendo) y varios vídeos sobre el incidente pacato de aquel día: para empezar, una nota periodística en la que la presentadora se enreda y le echa vaina al hijo de Mario Vargas Llosa (diciendo que es un propagandista de la ultra-derecha y que es un intolerante) antes de que la voz en off de otra chica empieza a hablar sobre el incidente “que Mario Vargas Llosa nunca va a olvidar” (como si fuera la primera vez que le pasara esto…)

Además me encontré con que en los medios de comunicación escritos de Colombia también le dedicaron varias páginas a rememorar el chascarrillo, sin importarles el resto de cosas importantes e interesantes que se dijeron a lo largo de la casi hora y media, a diferencia —por ejemplo— del artículo de El País de España en el que  la creación literaria y la obra de Mario Vargas Llosa tiene un lugar central. Y bueno es aquí donde observamos cómo nos “informan” los medios de comunicación en Colombia. En el pasado Salon du livre de París, en el momento de las preguntas a Quino, una Venezolana empezó a emitir un memorial de agravios contra el gobierno de Maduro antes de preguntarle al creador de Mafalda si estaba de acuerdo con la violación de derechos humanos en aquel país. Aunque la pregunta fue hecha en el espacio adecuado y con respeto (a diferencia del colombiano que buscaba ofuscarse por la “conspiración” contra la “revolución”), hubo varias rechiflas y aplausos por parte de los asistentes que no aparecieron por ningún lado en los periódicos franceses (o por lo menos no en los que yo leo, que hicieron reseñas sobre las obras de diferentes argentinos como también sobre las declaraciones de Quino sobre su creación). Sería fácil entrar en la reflexión sobre qué noticias son informativas y cuáles no, qué vale la pena saber y qué no, pero luego de ver la gigantesca cantidad de comentarios por parte de los internautas, creo que no vale la pena. Porque si ustedes se ponen a mirar los comentarios sobre aquella noticia, hay varios que lanzaron la ya conocida acusación de denominar a Vargas Llosa como escritor de la ultra-derecha (casi que hermanado con el procurador), de ensañarse con sus libros (los cuales, como dejan en evidencia en sus diatribas, no leyeron los comentaristas) y lo más gracioso de todo, fue un comentarista que basado en la mala redacción de la nota de El Tiempo, se quejó (¡en serio¡) de que las personas abuchearan al revolucionario asistente que en una gesta prometeica rompió un libro y luego le dijo al escritor peruano “se comienza rompiendo los libros y se termina matando gente” (sí, el tipo le creyó 100% a El Tiempo, sin pasar la nota por el tamiz del sentido común).

Y pues bueno, ante esto uno no sabe qué decir. Sólo que si alguien tiene la conversación completa la suba para poder verla sin las interrupciones del streaming.

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