3.Viernes 25 de enero de 2013
El viernes era el día esperado
por todos los que viajamos a Cartagena. Ese día estarían en la tarima, a
diferente hora, los premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa y Herta
Müller. Del primero conozco varias obras entre ensayos, novelas y cuentos. De
la segunda sólo conocía la famosa historia del faisán, que con su ambiente
opresivo de la Europa del Este de los tiempos de la cortina de hierro, logró
tener mi atención para considerarla una muy buena obra.
Por otro lado, a diferencia del
año pasado no les tengo fotos de la playa de Cartagena vista desde mi ventana
(aunque no creo que a alguien le importe), puesto que este año me levanté sobre
las siete de la mañana, fui a desayunar, para luego echarme bloqueador y salir
solitariamente a la playa a caminar un poco y entrar al mar, al que no visito
muy a menudo ya que vivo en una capital sin playas en medio de las montañas. Disfruté
la mañana untándome mis pies de arena y luego volví al hotel para lavarme los
pies y entrar en la piscina (otro pequeño lujo vedado para mí que vivo en un
apartamento chiquito).
Estuve metido en el agua como
niño durante varios minutos, para luego a las once, irme directamente a mi habitación
con el ánimo de cambiarme y salir al Centro Histórico donde iba a tener lugar
el conversatorio entre Juan Gabriel Vásquez y Javier Cercas.
3.1.Javier Cercas en conversación con Juan Gabriel Vásquez
La charla inició con Vásquez
inició haciendo un pequeño perfil del escritor español con el cual quería darlo
a conocer al público que no tenía idea de quién era el hombre vestido de
chaqueta negra que estaba en el lugar. Como dato adicional y antes de seguir,
Mario Vargas Llosa también vino a este evento.
Luego de lo anterior, procedió a
preguntarle si luego de Franco se dio una guerra subterránea de los kinkis, ¿cuál
es esa guerra y que tiene que ver con la transición?
Javier Cercas inició diciendo que
la violencia, si bien no es la partera de la historia, es su cantera. Fue
increíble que después de Franco los españoles decidieran formar un género
democrático en lugar de seguirse matando, sobre todo teniendo en cuenta que
muchos adolescentes del babyboom eran pobres, sin esperanza, sin horizontes y
se veía aires de revolución en el aire.
Dentro de su generación, Javier
Cercas conoció a mucha gente que murió, ya sea por la violencia, como por la
heroína. Este un tema del que quiso hablar en las leyes de la Frontera, en la forma en que lo puede hacer la
novela, es decir, formulando una pregunta de la manera más compleja posible. La
literatura para Cercas (y creo que lo dijo citando a otra persona) es todo
aquello que no parece literatura o en otras palabras, toda literatura es
antiliteratura.
La novela tiene muchas cosas para
decir a través de un punto ciego, es decir, un punto a través del cual no se ve
nada, pero que justamente es el modo en que la novela tiene para ver. Por
ejemplo, en el Quijote, don Alonso
Quijano es un tipo verdaderamente loco, pero en su locura es el hombre más lúcido
del universo. Esto plantea una
ambigüedad esencial que no puede
resolverse y en la cual está el quid de la novela. Toda novela (como ya lo había dicho antes en
este texto, pero no sobra repetirlo) parte de una pregunta de la cual se busca
una respuesta que nunca llega en el texto, porque la respuesta es la propia
pregunta o en otras palabras, la búsqueda de esa respuesta.
Otro ejemplo claro de lo anterior
es el proceso de Kafka, novela en la
cual, acusan a K, pero nunca revelan de qué delito. Sin embargo, ese dato
oculto es el corazón de aquella obra literaria. Otro ejemplo del punto ciego se
puede observar en la ciudad y los perros de
Mario Vargas Llosa donde (alerta de spoiler) alguien mata al Esclavo, pero
nunca se sabe quién. El Jaguar se echa la culpa, pero nunca se precisa si él es
el asesino o no (fin del spoiler).
Además de lo anterior, para
Javier Cercas vivimos en una sociedad muy presentista, que mira poco hacía el pasado. Esto es un gran problema, porque el presente no puede entenderse sin el
pasado y de igual forma lo individual, no se explica sin lo colectivo.
La obligación del escritor para
Cercas, es ser fiel a sus obsesiones, sus demonios que lo llevan a tomar la
literatura como algo más que un mero entretenimiento. Esto lo lleva a crear
unas reglas propias, que después se obliga a cumplir. Además, considera Cercas
que la originalidad consiste en parecerse a todo el mundo (es decir a tomar varias
influencias que considere necesarias).
Luego de lo anterior, Cercas
retomó la pregunta inicial y explicó quiénes fueron los kinkis, su relación con
la cultura y la sociedad española y en qué terrenos culturales están hoy en
día. Vásquez hizo una comparación entre Cercas y Orhan Pamuk, en el sentido que
en la obra de los dos escritores, ninguna novela se parece con otra. Con esto
iniciaron a hablar de las novelas de Cercas iniciando con anatomía de un instante, un poco de soldados de Salamina y finalmente terminaron hablando de la última
novela las leyes de la frontera.
Una muy buena conversación si me
permiten, que me hace pensar que Juan Gabriel Vásquez es mejor detrás de las
preguntas, que respondiéndolas ya que por alguna razón, la conversación de él
con Mario Jursich del año pasado no me gustó mucho y creo que fui un poco duro
hablando de aquel evento. Sin embargo y con el riesgo de contradecirme en lo
anterior, considero que Vásquez sigue mostrando un excelente nivel en las
conversaciones del Hay, con sus conocimientos casi borgianos de la literatura.
3.2. Mario Vargas Llosa en conversación con Carlos Granés
Como dije al comienzo, esta era
la conversación más esperada del Hay
Festival. Las boletas, cuando salieron a la venta, se agotaron en un día
como si fueran las entradas a la final de un partido de fútbol y es que la
presencia de Mario Vargas Llosa es mediática y por tanto, muchísima gente (entre
los que me incluyo, debo aceptarlo) quiere ir a verlo y oírlo.
El escritor peruano había venido
a Cartagena en 2010, el año en que ganó el premio nobel, aunque sin aquel
galardón en su palmarés. En aquel año tuvo una conversación con el pesado
Hector Abad Faciolince, de la cual las boletas se agotaron rápidamente y obligó
a los organizadores del evento a crear una segunda jornada de Vargas Llosa al
siguiente día, la cual como ustedes adivinarán, también se llenó. Por tales
razones, apenas terminó la conversación con Javier Cercas bajé casi que
corriendo por las escaleras del Teatro Adolfo Mejía y esquivé cuanta gente
pude, buscando llegar temprano al Centro de Convenciones de Cartagena.
Salí del teatro y le pregunté a
uno de los trabajadores del evento que como podía llegar al Centro de
Convenciones y me dijo que podía ir en dirección a la torre del reloj y salir
por una entrada que había ahí (no es un error, así me dijo, puede salir por la
entrada tal). Inmediatamente empecé a correr con dirección a la famosa torre
del reloj. Debo confesarles que me perdí, ya que si bien conozco algo de la
Ciudad Histórica, mi mala memoria me hizo entrar por caminos que pensé que eran
los correctos, obligándome a preguntar y acelerar más el paso, que hicieron brotar
grandes gotas de sudor alrededor de mi cara.
Luego, ya fuera de la Ciudad
Historica, crucé la calle, caminé en línea recta hasta desembocar en otra
pequeña calle que de seguirla, me hubiese llevado a doña Socorro y otros
restaurantes de precios exorbitantes. Sin embargo por ahí vi un subway y fui para almorzar y sentarme un rato a
descansar de una caminada realmente galopante. Igual (pensaba) la gente de
llegar, lo haría media hora antes del evento, así que no le veía ningún
problema al respecto. Me alimenté con un sándwich, saqué uno de los libros que
llevaba y me puse a ojearlo mientras esperaba que fueran las 2 y media. Lo
anteriormente hecho, fue un gravísimo error, porque cuando me fui al Centro de
Convenciones, sobre las dos y cuarenta y cinco de la tarde, había una fila lo
suficientemente larga para quedar por fuera del lugar.
Debo decir que tuve una sorpresa
en la fila y fue la de ver a Clara López, ex alcaldesa encargada de Bogotá
haciendo fila delante de mí. Siempre pensé que ella era parte de esa
aristocracia que siempre tenía pases de cortesía y sus asientos cuidaditos, a
diferencia del resto de mortales como nosotros pero me equivoqué. En todo caso,
media hora antes del evento pude entrar y en el edificio, corrí en dirección al
segundo piso del Centro de Convenciones donde se dio la célebre charla del
laureado escritor peruano. Al lado de la entrada al auditorio, había
gigantescas torres de libros con el nombre de Mario Vargas Llosa en su carátula.
Ya dentro del auditorio, encontré
un puesto relativamente central que fue desde donde vi el evento. Afortunadamente
fui juicioso en llegar temprano y bueno, pude sentarme en una silla, ¡ah!, porque se me
había olvidado comentar, si bien el Centro de Convenciones tiene dos pisos para
observar a la persona que va a estar en el centro del lugar, en esta ocasión todo
el primer piso cercano a la tarima estaba reservado, un claro acto de elitismo,
que bueno…se entiende porque los patrocinadores y la farsandula quería tener
“al nobel” al lado de ellos. En fin. Cosas del Hay.
Como experiencia personal, les
puedo comentar que una niña bonita, se sentó a mi lado sin ningún acompañante.
Como considero que no soy bonito, no le presté cuidado pero cuando me percaté
que su mirada se concentraba en mí y se perdía de manera tímida cuando
ferozmente cruzaba mis ojos con los de ella, empecé a jugar a te veo, no te veo.
Ella llevaba una blusa morada que escondía sus bien formadas tetas, un pantalón
negro que hacía juego con la pieza de arriba y una cartera azul que sostenía
entre sus piernas. No sé si al igual que yo, era una persona amante de la
literatura que iba solitaria a estos eventos o si como yo, también escribirá
sus ocurrencias en un blog esperando que alguien se tome la molestia de leer un
texto tan mediocre. Sin embargo me acompañó y llamó mi atención durante los
minutos previos a la charla, por lo que la rescato en estas palabras.
Finalmente, el reloj marcó las
tres y media de la tarde y cuando todos esperábamos ver entrar al nobel, entró
un señor explicando las medidas de seguridad que tenía el Centro de
Convenciones y luego, una niña muy linda que pensé, iba a presentarnos al
escritor que tanto esperábamos, pero no, le dio la bienvenida a los políticos
oportunistas: el gobernador de Bolivar y el alcalde de Cartagena, quienes
hicieron su entrada antes que el escritor, para darle un merecido homenaje.
Inmediatamente, la gente empezó a
chiflarlos y es que es razonable, en su presentación se demoraron casi 20
minutos, que le quitaron a la hora de conversación de Mario Vargas Llosa. A
nadie le importaba oír a dos políticos que de manera lagarta querían robar
cámara y aparecer en uno de los medios de comunicación del lugar condecorando a
Mario Vargas Llosa y es que aclaro, si bien Mario se merece todos los homenajes
en vida que se le puedan dar por su magna obra, la verdad es que este estaba
fuera de lugar. Si los dos políticos hubiesen querido hacerle un buen homenaje,
lo hubieran hecho en otro espacio, en una tarima preparada para ello o en algún
otro lugar y ahí créanme que nadie los hubiera chiflado.
Pero todavía venía lo peor, en el
decreto de entrega de las llaves de Cartagena por parte del alcalde, se homenajeaba
a Mario Vargas Llosa por su novela “el baile del chivo” (sí, ni siquiera son
capaces de mirar en Wikipedia el nombre de las novelas del escritor) y por su
contribución al “realismo mágico” (sí, tampoco se toman la molestia de
preguntarle si quiera a google cuál es el género en que se mueve el peruano).
Por tales razones los aplausos al nobel, estuvieron acompañados de chiflidos a
los políticos, quienes para más inri, luego del homenaje fueron detrás del escritor
para tomarse una foto con él, en un bochornoso espectáculo que se parece a
cuando un jugador de fútbol de un equipo chico, va tras un buen jugador de un
equipo grande para pedirle la camiseta. Es que ni vergüenza ajena tenían
aquellos sinvergüenzas. Como dato adicional vi una pequeña molestia en el
rostro de Mario Vargas Llosa y de Carlos Granés.
En todo caso, los políticos se
fueron, la gente aplaudió a regañadientes su retirada, que ya eran casi las
cuatro y habíamos perdido tiempo en el que pudimos oír al peruano. Cuando por
fin se sentaron y les entregaron los micrófonos, lo primero que dijo Carlos
Granés fue “ahora vamos con la literatura”. La gente rompió en aplausos. Mario
Vargas Llosa inició dando de manera respetuosa gracias por los reconocimientos
y empezó con una conversación, que no les reproduzco por la sencilla razón de
que es la misma que ha dicho en otros escenarios, llámese entrevista o
conferencia. Van a poder conseguir ustedes declaraciones muy similares sobre el
porqué de su entrada al Leoncio Prado, su relación con su padre, su relación
con Carlos Barral y bueno, cosas que ya se han dicho en otros espacios. Además
de lo anterior, le preguntaron en un momentico de quince minutos sobre el libro
la civilización del espectáculo y repitió la misma perolata que ya ha dicho en
debates y entrevistas, en las que ha acusado la cultura de ser banalizada y
afirmó que es más fácil utilizar una tableta que un libro porque se necesita
menos preparación intelectual (cosa con la que no estoy nada de acuerdo).
Debo comentarles al respecto, ya
que tanto se habla del tema, que el libro electrónico no es un desastre para la
literatura puesto que lo importante de los libros son las palabras y éstas,
siempre buscan la manera de seguir existiendo (sí, porque si no se acuerdan
antes tuvimos papiros, códices, etc). De otra parte, si bien existen muchas
exposiciones, canciones y libros con una calidad paupérrima, esto no es cosa
del hoy sino siempre ha ocurrido. Lo que pasa es que algunos nostálgicos de
otra época como Vargas Llosa, les parece que todo va camino a la hecatombe,
aunque en verdad no veo que ocurra ello. Creo que lo que hay hoy en día es una
variedad inconmensurable que nos permite tener más variedad y más arte que
disfrutar, como también basura que ignorar
En todo caso, el dato importante
del día es que Mario Vargas Llosa terminó su novela a la cual tituló el héroe discreto, la cual sus lectores
podremos disfrutar en los próximos meses (y espero que a Alfaguara no se le
vaya la mano con los precios), aunque no me siento seguro del todo para leer a
Vargas Llosa, ya que no disfruté mucho su última novela.
Pequeño link para ver: http://www.revistaelmetro.com/metroweb/otero_gazapo.html
Luego de salir de la conversación
de Vargas Llosa cinco minutos antes de que se acabara, fui a la fila de la
firma de libros donde unas señoras se quejaron de que no obstante tener boleta,
los señores de logística no las dejaron entrar. Esto, en razón a que el lugar
estaba súper lleno y había gente sentada en los escalones, lo cual me lleva a
dudar sobre si se sobrevendieron las boletas o se le dio a muchísima gente
escarapela para entrar. No sé qué pasó, pero eventos bochornosos como estos no
se deben repetir. Si se le vende la boleta a una persona, no se le puede
prohibir su entrada. Así que organizadores del Hay Festival, pilas con esto,
porque es molesto que uno haya hecho hasta lo imposible por conseguir una
boleta y luego, de la nada, uno de los matoncitos con camiseta negra del Hay
Festival le diga que no puede entrar porque hay mucha gente.
3.3. Herta Müller en conversación con Philip Boehm
Cuando salí del Centro de
Convenciones eran las 5:05 minutos, razón por la cual tuve que correr con todas
mis fuerzas al Teatro Adolfo Mejía puesto que ya iba súper tarde junto a
muchísima gente que iba en masa caminando por las calles de Cartagena, para
llegar a la fila ya armada del lugar.
La primera sorpresa que me
encontré es que para poder ingresar, era necesario llevar unos audífonos con
los cuales oír la traducción del alemán al español. Por ello, me tocó salirme
de la fila e ir a una casa de al lado donde estaban repartiendo los audífonos y
donde pedían que se dejara un documento
que debía ser o carnet de conducir o cédula de ciudadanía. Como dato plus, vi
que un señor peleaba porque no le recibían la tarjeta profesional de alguna
profesión y la señora que entregaba los aparatos le dijo “no aceptamos tarjetas
de crédito”. Por poco y se me va un ataque de risa ante una confusión tan
evidente y estúpida, aunque el señor no estaba nada contento.
Volví a la larga fila que se había hecho y entré al
teatro buscando desesperadamente sillas. En las anteriores conversaciones no
había tenido tanto problema por lo que siempre era de los primeros que
ingresaba al lugar. Sin embargo, en esta ocasión, habiendo llegado tarde, me
encontré de frente con la gran cantidad de palcos reservados que me obligaron a
subir al último piso para poder mirar un poco de lo que acontecía en la tarima.
Si bien antes no le había parado bolas a la gran cantidad de reservados que
había, en esta ocasión como llegué tarde y buscaba desesperadamente una silla,
me encontré de lleno con la sección elitista del festival. En fin. Qué se le
hace.
Después de unos minutos, como a
las 5 y 35 entraron Herta Muller y su traductor al inglés a la sala, bajo el
aplauso del público presente. Boehm inició preguntándole de su vida en Rumania,
de su novela del faisán y Herta Müller con su carisma en idioma alemán, empezó
a contar que fue víctima de las chuzadas cuando trabajaba en una fábrica por no
estar denunciando a otras personas. Contó que en sus novelas ella recrea mucho
los paisajes porque en su infancia campesina, se la pasaba con las vacas, las
plantas y demás seres de la naturaleza y no veía su lugar en el mundo.
La escritora rumana decía que en
su infancia, ella buscaba en su soledad ser aceptada por los animales y las
plantas. Además de eso, era responsable de que las vacas no se comieran el
pasto de fuera de la granja donde vivía, porque de ser así, el Estado caería
con grandes multas y grandes castigos, puesto que el pasto de fuera de su finca
era del Estado. En su niñez, Herta Müller se perdió observando paisajes y
detallando hormiguitas, mirando la eternidad a través de las cosas.
En contraposición a lo anterior,
cuando Herta Muller llegó a la ciudad, se encontró con que el entorno era
diferente ya que empezó a observar política, cambios de lenguaje y otros
asuntos que cambiaron su vida. Su perspectiva cambió, pero algunas cosas no,
como por ejemplo el hecho de pensar que las plantas eran políticas y estaban de
acuerdo con el partido o también en desacuerdo.
Según la ganadora del premio
nobel, en situaciones extremas de apresamiento, de dictadura, las plantas
pueden ser la mejor compañía para los solitarios caminantes de las ciudades,
supuestamente caracterizadas por su comunitarismo. En Rumania, luego de la
dictadura no se aclararon muchas cosas que ocurrieron en ese estado de cosas y
por tal razón nadie habla y hay unos nacionalismos radicales espantosos. Según
Müller, la iglesia también jugó un papel fatal en la dictadura.
Luego de lo anterior, el
traductor procedió a preguntarle ¿Cómo fue la relación de la Iglesia en su
pueblo?
Ella respondió que si bien por
allá todos eran católicos, la gente no tomaba en serio el cura, ni el acto (supuestamente)
sagrado de la confesión. Los curas tenían mal reputación y siempre se veían
ahí, alejados y solitarios. Para Müller si la religión se toma en serio se
vuelve totalitaria. Ella tenía miedo de Dios, ya que le metieron el cuento de
que él los ve a todos en todos lados y los vigila. La escritora no sabía cómo
la gente se podía comunicar con Dios, no entendía la comunión y si el cura le
preguntaba en el acto de la confesión si había visto animales teniendo
relaciones sexuales, la hacía sentir avergonzada, ya que según el sujeto de
sotana eso era malo.
Por todo ello, si uno toma la
religión en serio, esto lo lleva a uno a muchas dificultades. Más adelante en
su vida, ella pensó ya en la ciudad “Dios no está”, no apareció incluso luego
de ser maltratada y por tal razón “si no está aquí, mejor que se quede dónde
está”.
Inmediatamente se acabó la
conferencia aplaudí y bajé con el ánimo de ir a entregar los audífonos, encontrándome
con que los encargados de logística se trajeron las cajas para guardar los
audífonos (donde estaban nuestros documentos) al primer piso del teatro y todo
se transformó en un acabose total, en el que no había orden ni filas para
entregar audífonos, en el que algunas señoras decían que les habían tocado la
cola, en el que los gritos y los insultos hacían parte del ambiente y en donde
los codazos se hicieron presentes. Qué hermosa postal de cultura, proporcionada
por personas desesperadas ante una decisión errónea de logística. Como soy malo
para tirar codazos y no me gusta andar tocándole la cola a mujeres que no
conozco, guardé los audífonos y me fui a una fila más amable: la de la firma de
libros de Herta Muller. Yo ya llevaba desde Bogotá mis libritos, así que no
tuve que hacer parte de la pelea entre los usuarios y las empleadas de Librería
Nacional, a quienes no les funcionaba ningún datafono, supuestamente porque la
gente se atravesaba en la señal del datafono (al parecer Hay Festival es
también un festival de la irracionalidad).
En todo caso, luego de cumplir
con la parafernalia de llevarme un libro firmado y luego de que Herta Müller me
dijera “gracias”, me dirigí a la fila, que ya estaba un poco más calmada en
comparación a antes, cuando bajé del cuarto piso, pude entregar mis
audífonos y me salí para hacer una nueva
fila para entrar a la conversación entre Carlos Granés y Fernando Savater, un
tipo a quien admiro en sus discursos, pero no tanto en sus libros (toda la colección
de XXXX para Amador me pareció mala y los libros sobre toros, tampoco me gustan).
3.4. Fernando Savater en conversación con Carlos Granés
Fernando Savater era otro de los
intelectuales esperados por el público del Hay Festival, así que como pueden
deducir, también llenó teatro. Sin embargo, debo decirles que estaba algo
mamado, así que no tomé apuntes sino me dediqué a oír la eximia conversación
que tuvo junto a Carlos Granés.
Antes de entrar de lleno en la
conversación (o en la síntesis de la conversación más bien), les cuento que
Mario Vargas Llosa vino al evento y tuvo que pasar un momento molesto cuando
luego de que una persona le pidiera la firma del libro y el accediera, otras
personas llegaran de la nada (así como en Walking Dead cuando los zombies
escuchan que alguno encontró “comida”) creándose una fila de personas que
pedían el autógrafo del escritor. El peruano por su parte, de manera cortés
respondió amablemente firmando todos los libros, hasta que uno de los
encargados de logística, se hizo al lado de él prohibiendo que siguiera la firma
de libros, acto con el que estuve de acuerdo, máxime, teniendo en cuenta que
Vargas Llosa venía de una larguísima firma de libros en la que duró como una
hora.
En ella, Savater habló de su
relación con la literatura, la cual quería un poco más que la filosofía. Para
él la literatura es contar las cosas por primera vez y si bien le encantaba
esta disciplina, tuvo que elegir como carrera universitaria a la filosofía ya
que no existían buenas escuelas que le enseñaran lo necesario para dedicarse a
la literatura. Según recuerdo, Savater dijo que se dedicó a escribir luego de
leer a Bradbury, veía a las invenciones como un Frankenstein (ya que funciona a
pedacitos) y a partir de ahí, habló con sapiencia y humor sobre su relación con
la literatura, que desembocó en su visión de los invitados de la princesa, una novela que compré (ya llegado en
Bogotá porque “llegó agotada” a Cartagena) luego de oír el excelente epitome de
temas en que se basó para hacerla. Espero que no me decepcione como sus obras “xxx
para amador”.
¡Ah! Cierto, Savater también tocó
el tema de los derechos de los animales para justificar su idea de la
tauromaquia (cosa que no comparto, pero que es debatible). Sin embargo, sus
intervenciones fueron verdaderamente buenas y por eso, me gustaron muchísimo,
no obstantes que no copié por quedarme oyéndolo. Dejaré que ustedes analicen
cuando salga el audio qué tal les parece.