miércoles, 30 de enero de 2013

Mi visita al Hay Festival Cartagena 2013 (1)



Como en años anteriores,  acudí al Hay Festival de este año, animado por escuchar a Mario Vargas Llosa y a otros escritores como Eduardo Sacheri, Javier Cercas o David Grossman, quienes me mostraron un don de gentes excelente por fuera de las conversaciones e intervenciones interesantes, que si bien, algunas veces, volvían a lo dicho en otra(s) conferencia(s) (que se puede encontrar en youtube), en general fueron agradables. Me disculparán si posiblemente no me explayo en los temas tocados en los conversatorios o corto de tajo el tema, puesto que lo que narro dentro de los eventos es básicamente lo que copié en mis apuntes (que en ocasiones están muy desordenados por cierto, pido disculpas por ello) y además, esta entrada está hecha con el ánimo de contarles lo que vi en el evento y lo que copié en mis apuntes. Si alguno queda interesado en oír alguna de las charlas, la organización del Hay Festival sube los audios en febrero o marzo de este año. Así que empecemos.

1.       Exordio

Quiero a diferencia del año pasado, comentarles quien soy para que más o menos tengan un pequeño perfil del bloguero que les cuenta sus peripecias festivalinas. Soy un chico de 21 años, que se graduó de la carrera de abogado, pero que está constantemente en contacto con la literatura, que fue mi puerta de entrada a la lectura y a la escritura. En materia económica y social, pertenezco a la clase media, teniendo como padres a unas personas que hicieron lo posible por darme una buena educación y que lucharon por mantenerme en la universidad a punta de créditos y buenas intenciones (que espero retribuir haciendo algo que valga la pena). Lo anterior se los cuento porque en el Hay, la condición social, si bien no es un factor excluyente en el sentido estricto de la palabra, si es visto por las personas que acuden al lugar. Después volveré con este tema.

Frente al idioma inglés, tengo una relación agridulce, porque aunque se me dificulta hablarlo y escucharlo, lo leo con facilidad y fluidez, cosa que debo corregir, empezando por cortar los subtítulos en el idioma original de las películas, que no me permiten concentrarme en reconocer los fonemas anglosajones y de esa manera entender con mayor comodidad. Les digo lo anterior, porque (continuando con mi honestidad brutal) entré a los conversatorios en inglés sin audífonos, así que por ello, se puede decir que entendí la mitad de lo que dijeron (sí soy un mediocre, lo acepto y tengo que hacer algo para remediarlo). 

Dentro del borrador que venía escribiendo en el avión que venía de Cartagena, tenía algunas anotaciones en las que les contaba qué era el Hay Festival y alguno de los invitados de otros años, pero la verdad supongo que los que llegan a esta entrada ya conocen el festival. Sin embargo, he de decirles que ya fui el año pasado, así que ya sabía a qué atenerme y qué iba encontrar en el lugar.

Estas son las entradas del año pasado:


Ahora vamos a lo importante, la historia.

2.       Jueves 24 de enero de 2013

A diferencia del año pasado, llegué a Cartagena en las horas de la mañana del día jueves, esperando poder asistir a varios conversatorios del primer día del evento. Había comprado las boletas la primera semana de diciembre, ya que la última de noviembre (fecha en que salieron a la venta) se agotaron de manera insólita y sólo hasta la siguiente semana, volvieron a estar a la venta (en una de esas situaciones rarísimas, que ni siquiera yo entiendo). Les debo confesar que cuando vi el letrerito de boletas agotadas en la pantalla de mi computador, se me quitaron las ganas de ir a Cartagena en enero, pero cuando entré por cuestiones de suerte a la semana siguiente y vi las boletas disponibles, inmediatamente las compré sin pensarlo y luego busqué los pasajes.

Como pequeña anécdota, la única boleta que permaneció agotada en la página web desde su inicio fue la del conversatorio entre Mario Vargas Llosa y Carlos Granés. Nunca la vi disponible en el website de Gema Tours, por lo que tuve que pedirle el favor a alguien que me la comprara el mismo día que llegaron a la Librería Nacional de Bogotá (ese día estaba en otra ciudad). Esa persona llegó a las 2 en punto (hora en que inició la venta de boletas) y me contó que había una fila como de 7 personas que se fue acrecentando con los minutos. Esto, para que vean el mediatismo que tiene el nobel peruano en nuestra tierra colombiana.
En todo caso, una vez conseguidos los tiquetes importantes (Vargas Llosa y Herta Müller), compré los pasajes que me permitieron llegar al aeropuerto cartagenero en remodelación un mes más tarde, observando sus paredes desnudas y su pequeño encanto que en ocasiones me recordaba el de mi ciudad natal y en otras, al videojuego Trópico 4. La temperatura el día de la llegada era de 30 grados y a mi lado habían llegado unas mexicanas que se veían mayores de 30 años, pero con un alma aventurera de 25. Recogí mi maleta en las bandas de la salida del aeropuerto, tomé un taxi y fui al hotel, donde me registré y dejé la mayoría de mis cosas en la habitación. A las 11 y cuarenta de la mañana salí en dirección al Teatro Adolfo Mejía. El taxi duró 10 minutos aproximadamente en hacer arribo a la pequeña entrada de la Ciudad Antigua, que conecta con el antiguo teatro Pedro de Heredia.




Justo al momento de llegar me encontré con mi primera decepción: la primera boleta del evento (Alex de la Iglesia en conversación con Roberto Pombo) estaba agotada así que pensé que iba a tener que conformarme con quedarme por la Ciudad Antigua esperando el siguiente conversatorio. Sin embargo, una revendedora llegó a mi lado y me dijo “mirá te tengo la 1 si la quieres”. Pensé que me iba a cobrar los excesivos precios que piden los revendedores de aquel lugar, pero me dijo que me la dejaba en 20 mil pesos. Inmediatamente se los pagué y entré al recinto para oír al director de cine Alex de la Iglesia (a quien sólo conocía por El día de la bestia).

Ah por cierto, se me había olvidado comentar, las boletas del jueves no las había comprado porque no tenía certeza de que me iba desde el jueves en la mañana, por eso me tocó llegar a buscarlas en el lugar.

2.1.  Alex de la Iglesia en conversación con Roberto Pombo






Siendo las 12 y 15 aproximadamente, el auditorio estaba casi a rebosar. Me tocó ir al tercer piso del Teatro Adolfo Mejía para conseguir un puesto decente desde donde observar la conversación, que iba a ser también reproducida en varias pantallas colocadas alrededor del recinto. La mayoría de cubículos del primero y segundo piso estaban con el letrero de reservado, por lo que los ciudadanos de a pie, sin palanca, que no éramos patrocinadores, nos tocó correr como salvajes para conseguir un buen puesto.

Esperé un buen rato en mi solitario asiento, mientras otras personas (acompañadas por lo general), se sentaban a mi alrededor con el ánimo de observar qué tenía Alex de la Iglesia por decir. Un ayudante de Daniel Mordzinski (fotógrafo del Hay Festival) me pidió que sostuviera uno de los periódicos que dejaron encima de las sillas para aparecer en las fotos del festival. Le colaboré, pero realmente no creo que suban mi foto a la página web. En todo caso, luego de que casi toda la gente estuviese sentada, salieron a escena el director del tiempo Roberto Pombo y el cineasta y escritor (vi a la salida que vendían un libro escrito por él) Alex de la Iglesia. La gente ávida de conversatorios, estalló en aplausos mientras los conversadores tomaban asiento y sonreían.

Mi relación con Alex de la Iglesia ha sido en términos generales aceptable. De él conozco la película el día de la bestia, la cual me gustó y me produjo varias risas, que me llevaron a tenerle un lugar especial dentro de las películas de bajo presupuesto que admiro (donde también está la notable Braindead). Así que llegué ignorante del resto del cine de él y de sus últimas películas que tantas reacciones divididas han tenido por parte del público.

La conversación inició con varios chistes flojos, entre los que estaban las afirmaciones del director de que no era el verdadero Alex de la Iglesia, sino un doble y que la gente no sacaría nada de esta charla ya que no hablarían de cine sino de sexo. Varias de las personas entre el público rieron en una estruendosa carcajada, mientras yo seguía serio, esperando oír algo más interesante. Afortunadamente Alex llevó la conversación a un lugar mucho más apetecible, como lo es el terreno de la creación y los problemas que tienen quienes quieren llevar una película del mundo de la ficción a la realidad. Según Alex de la Iglesia, él filma películas porque ninguna de las que ha hecho, le ha gustado y sigue buscando la que lo enamore. Por ello filma para corregir y hacer algún día una buena película. Recordó que sus películas iniciales tenían mala fotografía y que dudaba de todo lo que hacía.

Recordó que el día anterior, en la cual se encontró con Mario Vargas Llosa en el coctel de bienvenida quien le dijo que le había gustado su última película. En palabras de él inmediatamente se enamoró de la literatura del peruano a quien dejó de ver como un buen escritor para verlo como un genio (lo decía molestando y refiriéndose a aquellos cambios de opinión que se generan cuando una persona nos hace un elogio).

Pombo siguió diciendo que iba a buscar el hilo conductor de las películas de Alex de la Iglesia y ahí iniciaron con el tema del humor en las películas del español. Él empezó diciendo que utilizaba en humor como mecanismo de defensa o arma en contra del mundo en el que siempre estamos solos y confundidos. El humor es un arma de violencia civilizada que lleva a la risa, puesto que si recordamos a Charlot (personaje de Chaplin) enviándole una tarta a la cara de una persona, estamos frente a una situación violenta que por alguna razón da risa.

Cuando estudiaba filosofía, de la Iglesia tuvo un profesor que le mostró el texto más transgresor jamás escrito, como es aquel fragmento en que Jesús enseñó que si te golpean en una mejilla pon la otra. Este acto cínico e indirectamente violento, quiere decir que si alguien te ofende, lo puedes golpear por partida doble con tu indiferencia.

Por otro lado, al hablar de su película anterior “balada de la trompeta triste”, Pombo le preguntó a Alex de la Iglesia que por qué utilizó payasos en aquel film. Éste respondió que los payasos siempre le han parecido personajes interesantes, de otra época, que representan la máscara o el disfraz grotesco de todos nosotros. Para el director español, todos tenemos disfraces como el de ser el lambón, el oficinista, el intelectual entre otros.

La figura del payaso siempre lo aterrorizó de niño, pero le apasionó de adulto cuando se dio cuenta de que era uno de ellos. “Un payaso somos todos” ya que “nos exigen ir de una manera determinada en la vida”. Según el director español nos obligan a ser graciosos y tener una sonrisa en este circo absurdo que es la vida. Por ello, siempre está mal vista la persona que no sonríe constantemente. Al lado de la risa, el ridículo también nos salva de la vida, ya que una persona ridícula es una persona transgresora.  

Pombo luego de lo anterior, le preguntó sobre el significado de la aparición de Franco en una de sus películas a lo que Alex de la Iglesia respondió que cuando uno cuenta una historia, no tiene por qué entenderla. En los años 20 y 30 por ejemplo, el proceso de creación era espontaneo, y directores como Buñuel colocaban en la pantalla de tajo lo que veían si estaba bien. Por ello es que lo importante del cine es contar algo que le apetece al director, en lugar de lo que debería estar bien. Según Alex de la Iglesia, lo importante de todo es que la persona que hace la película no se derrote al llegar a la práctica puesto que entre la idea y la expresión de esa idea hay mucho trecho y “somos lo que hacemos”, no lo que pensamos, soñamos o anhelamos.


Por otro lado, Alex de la Iglesia comentó que siempre le gusta que sus finales se desenvuelvan en las alturas porque en ellas, las personas son sinceras y siempre dicen la verdad (para esto trae como ejemplo el final de Star Wars el imperio contraataca). En las alturas, uno de los dos personajes cae y refleja su condición humana, su derrota.

Además de ello, agrega el director del día de la bestia que “lo bonito no es rodable” y por ello, las mejores películas y los mejores personajes no son en los cuales el personaje le va bien y no tiene problemas. Para Alex, los malos son más atractivos que los personajes buenos y por ello es que en las aventuras de Tintin, todos nos enamoramos del capitán Haddock, quien es un personaje borrachín y con problemas con el que podemos identificar sentimientos, en lugar de Tintin quien es una buena persona ,que le cae bien a todo el mundo, que todo le sale bien y que nunca tiene problema alguno. “El mal es lo atractivo de la vida” y el demonio somos todos…pero el vecino es peor.

Luego de aquella parte, Pombo dirigió la conversación hacía las relaciones y Alex de la Iglesia contó su relación con Mario Vargas Llosa (a quien conoció la noche anterior) y con Pedro Almodobar. De igual forma, se refirió a la identidad diciendo que hasta que no te insulten, no sabes quién eres. Hasta que no te sientas ofendido cuando te digan “hp español” o algo por el estilo, no descubres en qué lugar te encuentras clasificado.
Volviendo al tema de la risa, para Alex de la Iglesia, la risa es la mejor arma contra la que un dictador o un asesino no puede luchar ya que funciona mejor que un golpe o una bala, ya que ante el golpe, el gobernante arbitrario se levanta, pero frente al ridículo…tiene muy poco qué hacer porque si responde, se verá todavía más ridículo y si no responde, igual.

Finalmente Pombo preguntó sobre si con ocasión de la crisis española, vendría a hacer películas en Latinoamérica a lo que este respondió que en primer lugar, no tiene la sensación de que Europa salga a flote próximamente. Según Alex, un genio hay que plantarlo, fomentarlo y cosecharlo, aunque la gente de la industria quiere que el público vaya por otro lado. Por ejemplo, después de tener un magnifico cine italiano de los 50 y 60s (el neorrealismo italiano) en donde varias películas con no mucho presupuesto, quedaron muy por encima de la industria hollywoodense, pasamos a un cine italiano paupérrimo, del cual no hay figuras que puedan rescatarse. A cambio de aquella debacle del cine italiano, quedamos con Telecinco y Berlusconi, quienes son todo lo opuesto a un cine de calidad. Ahora bien, respondiendo a la cuestión del cine latinoamericano, lo ve en auge, puesto que quienes trabajan en este lado del mundo, lo hacen preocupados por sentir la vida con pasión.

2.2. Fútbol y literatura: Eduardo Sacheri y Daniel Titinger en conversación con Daniel Samper Ospina




Luego de la primera conversación con la que Pombo nos dio la bienvenida al Hay Festival de este año, quedé desparchado por dos horas (el evento terminó a la 1:30 y el siguiente era a las 3:30), razón por la cual me dirigí a la Ciudad Histórica para buscar un lugar en donde comer. Entré a un sitio chiquitico y normalito en el que pensé que iban a tener comida a un precio relativamente razonable. Sin embargo, luego de pedir un almuerzo, comérmelo y dirigirme a la caja, me encontré con la sorpresa de que los platos eran mucho más caros de lo que aparecían en el menú, por los adicionales que supuestamente eran gratis. Tengan cuidado a la hora de comer en  Cartagena, ya que hay mucho inescrupuloso intentando verle la cara a uno de bobo y además, lugares supremamente caros donde la comida vale cuatro y cinco veces lo que en otras ciudades (una entrada de tomates mozarela 22.000 en Cartagena, cuando en restaurantes de Bogotá los consigo en $8.000 o máximo en $14.000), pero qué se le hace, es una ciudad turística donde todo tiene precio de huevo de oro.

Después de mi suculenta pero dispendiosa comida, me dirigí al Teatro Adolfo Mejía, no sin antes comprar un cigarro para ir fumando por las calles de Cartagena, soportando el durísimo sol que azotó a los visitantes durante los tres días que estuve en el lugar. Llegué a la taquilla, encontrándome con que las boletas para el conversatorio de “Fútbol y Literatura” estaban agotadas. Inmediatamente sentí otra vez la rabia de llegar tarde, antes de que un “bienintencionado” cartagenero me dijera “hombe, yo te tengo la número 4 si la necesitas”.

—“Listo, ¿en cuánto me la vende?”
—“Cuarenta barras” me respondió. Inmediatamente hice un gesto de risa y le respondí “no mijo, ta muy cara”.
—“Bueno en treinta porque somos amigos” respondió. Los vendedores de Cartagena de Indias siempre van a decir que son amigos de uno, pero sus precios, denotan una cosa muy diferente.
—“No manito, está recara, mire sabe qué, le doy 22.000 ahí pa’ que se gane dos mil pesos”.
—“No hombe, está muy barata así si no”
—“Ah bueno, muchas gracias entonces” le dije y me retiré del lugar. Las boletas del Hay Festival de este año estuvieron a $20.000, un precio algo alto teniendo en cuenta que son aproximadamente 4 los conversatorios a los que uno acude por día. Por ello, no iba a pagar 10 mil pesos más por un conversatorio, ya que de ser así, me quedaría rápidamente sin el poco dinero que llevaba.
—“Bueno está bien, deme las veintidós barras y aquí está la boleta” me dijo cuando vio que me iba del lugar.

Saqué el dinero correspondiente y le cancelé la boleta al costeño, con la que entré más adelante al evento siguiente. Como no quería tener más sorpresas como esas, fui y adquirí en la taquilla las otras dos boletas de las 5:30 y de las 7:30 y me dirigí a fumarme otro cigarro al lado del Teatro Adolfo Mejía. Ahí me encontré casualmente con la señora que me había vendido a $20.000 la primera boleta y me saludó y me dijo que si necesitaba boletas que la buscara a ella. Le respondí afirmativamente y me quedé hablando sobre una y otra cosa del evento (algo insólito porque soy lo más asocial que se puede encontrar sobre la tierra), antes de despedirme y entrar al Teatro Adolfo Mejía que tenía una fila verdaderamente pequeña en comparación a la del evento anterior.



Ingresé rápidamente, con facilidad y conseguí un asiento en el primer piso al lado de la tarima en la cual iban a llegar los conversadores. Contrario a lo que decía la hoja de la taquilla, a este evento no vino mucha gente, por lo que empecé a tener mis reservas respecto a la disponibilidad de tiquetes por parte de la organización del evento. No sé si es que los revendedores compran toneladas de boletas o si por el contrario, los organizadores del Hay dan muchísimas escarapelas que en muchas ocasiones no utilizan los periodistas, estudiantes e invitados. En todo caso, después de unos minutos, Sacheri, Samper y Titinger hicieron su aparición en el escenario ante los aplausos del público.




Samper Ospina inició ironizando sobre el público que había venido al conversatorio, diciendo que no era una audiencia futbolera, ya que mientras estábamos ahí, jugaba el Barcelona (creo que por la Copa del Rey). Para justificar que la literatura tenía relación con el fútbol, Samper citó la casualidad de que el hijo de Shakira y Piqué era tocayo de Kundera. Luego de esto reprodujo una cita de Borges en la que éste despreciaba el fútbol y la tan manoseada cita de Camus sobre el mismo, para mostrar la dicotomía por parte de los intelectuales frente a este deporte.

Sacheri tuvo la palabra luego de finalizada la intervención del moderador, diciendo que veía en el fútbol unos elementos estéticos, como por ejemplo, que en este deporte se juega con las extremidades menos hábiles de los seres humanos. Además de lo anterior, consideraba que el fútbol es un deporte democrático, ya que iguala a personas en su torpeza (en principio).




Después, la palabra la tomó Daniel Titinger, quien inició diciendo que la crónica de fútbol prolonga los roles de la literatura y que el fútbol, no termina cuando finaliza el partido, sino hasta la semana siguiente, cuando viene un nuevo partido y el equipo ganador tiene la oportunidad de consolidar la victoria y/o el equipo perdedor tiene la oportunidad de ganar o seguir en desgracia. Además de ello, Titinger dijo que con las frustraciones peruanas en materia futbolera, ahora el Perú está con sus ojos puestos en la gastronomía.
Daniel Samper siguió con la charla, preguntando sobre qué es lo importante en el fútbol para encontrar en él historias literarias.

Eduardo Sacheri inició diciendo que en la literatura, el dolor es más importante que la alegría, puesto que las historias interesantes son las de perdedores, las de fracasados intentando hacer algo más con su vida y por ello es que considera que el fútbol sirve para hablar de cualquier otra cosa, como problemas sociales por ejemplo. Por otro lado, los personajes casi perfectos tipo Messi o Pelé, no son rentables literariamente porque no tienen problemas, ni dificultades que lleven al lector a identificarse con ellos o por lo menos, a ver una historia que narre una de esas carencias que tenemos en la vida real. En el mismo sentido fue la respuesta de Daniel Titinger, quien recomendó el cuento “suicidio en la cancha” de Horacio Quiroga.
Procedió luego Samper Ospina a preguntarle a Sacheri “¿el fútbol lo llevó a la literatura?” a lo que el escritor argentino respondió que no, que el fútbol apareció de manera accidental cuando él quería escribir sobre personas normales. La literatura futbolera está escrita desde el fracaso (ahí aparecen grandes escritores como Fontanarrosa o Soriano) y ocurre así, por cuanto se escribe sobre lo que falta en este mundo esquivo. Como dato adicional, esgrimió el escritor argentino que de fútbol se empieza a escribir, cuando la liga del país empieza a dejar mucho qué desear, puesto que la literatura futbolera es un acto de resistencia involuntaria.

Samper Ospina preguntó luego de lo anterior ¿puede el fútbol producir grandes obras? Y la respuesta de Sacheri fue que el fútbol ofrece una emotividad fácil que el escritor puede convertir en una mala historia llena de lugares comunes o por el contrario, una buena historia. Sin embargo, el fútbol no es el único deporte que permite hablar de la vida ya que en la literatura está el caso del boxeo por ejemplo, que ha llevado a varios narradores a realizar crónicas y obras literarias eximias.

Luego de ello, continuaron con anécdotas, historias y referencias a cuentos de otros autores literarios que infortunadamente no alcancé a tener en mi agenda por cuestiones de espacio, ya que llevé apenas tres hojas que me dieron en el hotel y sólo me quedaba una. Sin embargo, fue una interesante discusión.

2.3. Impunidad.  Luisa Valenzuela, Gioconda Belli, Carlos Vásquez-Zawadzki y Sergio Ramírez en conversación con Jorge Espinosa





Llegué faltando quince minutos para empezar el evento porque me quedé en la salida del Adolfo Mejía como víctima del fetichismo de la firma de libros que había en aquel lugar. Sacheri amablemente cruzó dos o tres palabras conmigo, firmó y luego yo volví a mí a mi común y solitario anonimato y él a sus compromisos dentro de la ciudad de Cartagena. La conversación que le siguió a la hora de fútbol, fue en el patio del Centro de Cooperación Española, en un bonito lugar rodeado de palmas y vientos deliciosos que refrescaban nuestras pieles sensibles al sol (sí, sonó todo cursi…sigamos).

El salón se llenó rápidamente y en menos de diez minutos, estuve agradecido de no haber llegado más tarde, puesto que todos los puestos fueron ocupados de manera fugaz. En todo caso, este conversatorio empezó puntualmente porque los panelistas llegaron dos o tres minutos antes de que fueran las cinco y media. Esto permitió que el moderador presentara a uno por uno de los que iban a estar encima de la tarima y de poner sobre el tapete el tema del periodismo y la impunidad.




Sergio Ramírez inició la charla aduciendo que la impunidad tiene que ver con la represión y que a veces la gente se cansa de tanta impunidad, como ocurrió con Somoza, quien fue tumbado luego del asesinato de un periodista que él ordenó. El moderador le preguntó a Ramírez por qué Somoza no fue implacable con las obras literarias y éste le respondió que Somoza no veía a los poetas y a los novelistas como peligrosos.
Luego habló Gioconda Belli quien al ser cuestionada por la censura en su caso personal, dijo que aunque salió exiliada de su tierra, su poesía política la escribió ya desde fuera de su país. Por otro lado, dijo que los periodistas de ahora (a diferencia de muchos de antes) no buscan cambiar el sistema, sino denunciar las irregularidades del poder y que de igual forma, los periodistas son más individuales y menos colectivos de lo que era en otras épocas.

Luisa Valenzuela siguió luego de Belli, aduciendo que en la Argentina los problemas eran difusos en los tiempos de la dictadura, ya que el país estaba cubierto por un manto grandísimo de autocensura. La dictadura de aquel tiempo, se encargaba de desvalorizar a la gente que se iba del país, tildándola de apátridas, traidores, etc. Además de ello, dijo que el escritor es un ser aislado y por eso necesitaba del cobijo de alguna organización que le brindara apoyo cuando los poderosos se pararan sobre él.
Luego de la intervención, Carlos Vásquez pidió la palabra diciendo que Colombia se raja en impunidad y para argumentar tal afirmación enunció unas cifras (que mi lento lapicero no logró atrapar) antes de dar unas posibles causas de este descalabro. Según él, en Colombia en 1886 una nueva constitución conservadora, tumbó una constitución liberal llena de derechos. Luego, en la década del siglo XX, los conversadores se hicieron con el poder y el único liberal que hubo en el congreso fue Rafael Uribe Uribe, quien fue asesinado. Esto evidencia, según el conversador, la propugnación del dogma que lleva a la exclusión del otro, que desemboca en la violencia sobre el otro. Si bien esta situación intentó ser reparada con la constitución del 91, los hechos no evidencian una mejoría.

El moderador luego de la intervención de Vásquez dejó una pregunta en el aire: ¿deben ponerse en riesgo los periodistas para luchar por una idea?

Sergio Ramírez empezó diciendo que la respuesta a esta pregunta se puede ver desde dos puntos: se puede decir que sí desde la comodidad de Cartagena, como se puede responder de forma más compleja desde la perspectiva del oficio, puesto que el periodista debe decir lo que la gente no sabe. Por ello, el periodismo no puede estar solamente concentrado en crónicas banales y poco relevantes como las notas sociales, ya que esto no iría en concordancia con los principios y la ética. Por ello, es que considera que en México muchos reporteros se sacrifican al intentar dar a conocer problemas gravísimos relacionados con el narcotráfico y la corrupción. Además en Honduras, país con más periodistas asesinados después de México, los radiolocutores son los que tienen los índices más altos de víctimas de la violencia, ya que por ese medio, es llega a más personas la información transmitida. Por tales razones, en lugar de preguntarse si deben ponerse en riesgo los periodistas se debe estar agradecido con ellos.

El moderador pidió de nuevo la palabra para contar que había conocido que en México existen los llamados “periodistas tóxicos” que son aquellos reporteros a quienes sus compañeros les tienen miedo en la sala de redacción, porque con sus escritos pueden ocasionar que la sala el medio sea víctima de la violencia, por contar información que grupos criminales no quieren que se cuente.



Luego Gioconda Belli tomó la palabra, esgrimiendo que como en el caso anterior, existe una falta de colectividad por parte del gremio, ya que faltan redes para proteger a los escritores y periodistas perseguidos por las manos oscuras que no quieren que estos hablen y que otro ejemplo de impunidad, es el que ocurre contra las mujeres, ya que a diferencia del narcotráfico, según ella ese tema casi no se toca.
Laura Valenzuela intervino después diciendo que en Argentina ya se habla de feminicidios y las leyes son más fuertes contra los sujetos activos de aquellos delitos. Además, la Ministra de Defensa del país del sur promulgó un decreto por medio del cual toda persona, sea hombre o mujer, puede utilizar el uniforme que vea más adecuado para colocarse. Por otro lado, la justicia es un aparato complejo y el problema de las denuncias no son en ocasiones hacerlas, sino dónde y cómo colocarlas.

Gioconda Belli interrumpió para decir que con la internet se pueden colocar denuncias más fácilmente, pero ocurre el inconveniente que sin el control que hacen algunos medios, esas denuncias pueden ser en gran parte falsas, obligando al lector a tener total cuidado con la credibilidad de la persona que la coloca.
Según Carlos Vásquez, las redes sociales permitieron que el ciudadano se transformara en un lector que se vuelve escritor. Por otro lado esgrimió que Somoza no sabía leer símbolos y por eso nunca persiguió la literatura.

Quisiera seguir con lo dicho en el conversatorio pero infortunadamente hasta aquí llegan mis apuntes de ese día. Les podría narrar aproximadamente lo que recuerdo de las intervenciones siguientes pero creo que caería en imprecisiones, incluso si hablo del partido de la izquierda erótica al que invitó Gioconda Belli. Pido disculpas a los lectores. Sigamos con el próximo evento del cual les hablaré de manera general ya que no tengo apuntes del mismo (porque no tenía hojas).

2.4.  La vida doble. Arturo Fontaine en conversación con Juan Gabriel Vásquez.

Lo primero que tengo que decir sobre este evento es que me demoré en llegar al lugar porque no sabía dónde quedaba la famosa casa de Bellas Artes de Cartagena. Le pregunté a varias personas y ninguna sabía. Finalmente me encontré mientras subía con un policía, que me envió al Hotel Santa Clara ya que el lugar queda al frente. Caminé con todas mis fuerzas e intenté llegar rápido para encontrarme con que habían salido recientemente del evento anterior y no existía el mínimo indicio de que se fuera a formar una fila. Por tal razón me fui a sentar y a organizar mi maleta, para luego darme cuenta que en el momentico que me fui 10 personas, todas conocidas entre sí, habían formado una fila para el siguiente conversatorio, a la que me uní todo “forever alone” (teniendo en cuenta que en todas las filas a las que iba, la gente se conocía una con otra y hablaban de los posibles viajes al exterior que iban a tener en los siguientes meses).

Me paré de forma estoica en la fila, sin importar el hecho de que quería fumarme otro cigarrillo, sin poder hacerlo porque detrás de mí se pararon como 4 personas y así empezó acrecentarse la fila de un momento a otro. Mientras esperaba mirando para el techo y leyendo los apuntes del día, vi pasar a Mario Vargas Llosa al lado mío, de la mano de su esposa, con quien entró al recinto mientras la gente ni se daba por enterada del espectador que tendrían los escritores Fontaine y Vásquez en el lugar.     

La gente hablaba del hotel al que habían llegado, de su vuelo de procedencia, por donde habían pasado, si el transporte había sido bueno o malo para llegar al lugar y conversaciones de turistas llegando a la ciudad de Cartagena. Mientras tanto yo miraba con curiosidad la puerta, puesto que me era difícil de pensar que Mario Vargas Llosa estuviera adentro y es que en el Hay, en lo poco que he ido, he observado que los autores no acostumbran a entrar a las conversaciones de otros autores y máxime cuando son los invitados más esperados del evento, por el cual más de uno había comprado pasaje a Cartagena. Sin embargo, afortunadamente para el autor, ningún visitante vio prudente ir a pedirle un autógrafo, salvándose del acoso del que es víctima por parte de algunos visitantes ávidos de firmas. No culpo a los visitantes, ya que soy un fetichista más, pero a veces hay que comprender que la persona que escribe y firma libros, también es un ser humano, que a veces quiere ir a disfrutar de una pequeña velada en el lugar.






Volviendo al relato, diez minutos después de la llegada de Vargas Llosa abrieron la puerta del auditorio y todos los que estábamos en la fila ingresamos juiciosamente buscando los puestos de adelante para estar más cerca de los conversadores. En primera fila observé a Vargas Llosa, a quien yo, como fastidioso paparazzi, le tomé unas fotos con el ánimo de publicarlas en este extraño relato con el cual les cuento mis andanzas hayfestivalinas. Como anécdota, unas señoras detrás de Vargas Llosa se cuchicheaban entre ellas “¿ese de adelante es Mario Vargas Llosa?” “¿sí o no?” e inmediatamente el escritor peruano se volteó y les dijo “sí, mucho gusto Mario Vargas Llosa”.



Después de varios minutos llegaron al lugar los dos escritores que pasaron por la primera fila saludando al nobel peruano y luego se dirigieron a las sillas que estaban presupuestadas para ellos. La conversación inició con Juan Gabriel Vásquez presentando a Arturo Fontaine, explicando que a los cuarenta años este chileno de formación de filósofo, que había escrito poesía anteriormente,  publicó su primera novela oír su voz.  Inmediatamente fue reconocido como uno de los grandes autores chilenos actuales y hace poco había escrito la vida doble, una novela que tiene lugar en la época de Pinochet y narra en la voz de una exguerrillera que le cuenta a un escritor su historia, la vida que tuvo en época de la dictadura. Fontaine dio algunas de las claves para entender mejor su novela y contó las vicisitudes a las que se enfrenta el autor de ficciones cuando se basa en hechos reales. De igual forma narró algunas anécdotas relativas a su padre y como éste veía su oficio de escritor.

En conclusión una charla amena, que estoy seguro hubiese podido disfrutar mejor después de haber leído previamente la vida doble. Vásquez sigue con un excelente nivel y Fontaine fue un descubrimiento ameno que espero conocer a través de su escritura en los próximos meses.

La única imagen que no me pertenece la tomé de: http://sphotos-a.xx.fbcdn.net/hphotos-ash4/c0.0.843.403/p843x403/394875_10151437570564664_1533871755_n.jpg

2 comentarios:

  1. Hola! Yo tengo una pregunta, para la firma de libros si es necesario comprar la boleta?

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    1. Uy, creo que respondo muy a destiempo y me excuso, porque no miro el blog muy a menudo. En todo caso, la respuesta es no necesitas comprar boleta, porque siempre el mancito que habla sale y se sienta en los puestos de libros que hay a la entrada.

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