jueves, 31 de enero de 2013

Mi visita al Hay Festival Cartagena 2013 (2)


3.Viernes 25 de enero de 2013




El viernes era el día esperado por todos los que viajamos a Cartagena. Ese día estarían en la tarima, a diferente hora, los premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa y Herta Müller. Del primero conozco varias obras entre ensayos, novelas y cuentos. De la segunda sólo conocía la famosa historia del faisán, que con su ambiente opresivo de la Europa del Este de los tiempos de la cortina de hierro, logró tener mi atención para considerarla una muy buena obra.

Por otro lado, a diferencia del año pasado no les tengo fotos de la playa de Cartagena vista desde mi ventana (aunque no creo que a alguien le importe), puesto que este año me levanté sobre las siete de la mañana, fui a desayunar, para luego echarme bloqueador y salir solitariamente a la playa a caminar un poco y entrar al mar, al que no visito muy a menudo ya que vivo en una capital sin playas en medio de las montañas. Disfruté la mañana untándome mis pies de arena y luego volví al hotel para lavarme los pies y entrar en la piscina (otro pequeño lujo vedado para mí que vivo en un apartamento chiquito). 
Estuve metido en el agua como niño durante varios minutos, para luego a las once, irme directamente a mi habitación con el ánimo de cambiarme y salir al Centro Histórico donde iba a tener lugar el conversatorio entre Juan Gabriel Vásquez y Javier Cercas.

3.1.Javier Cercas en conversación con Juan Gabriel Vásquez






La charla inició con Vásquez inició haciendo un pequeño perfil del escritor español con el cual quería darlo a conocer al público que no tenía idea de quién era el hombre vestido de chaqueta negra que estaba en el lugar. Como dato adicional y antes de seguir, Mario Vargas Llosa también vino a este evento. 






Luego de lo anterior, procedió a preguntarle si luego de Franco se dio una guerra subterránea de los kinkis, ¿cuál es esa guerra y que tiene que ver con la transición?

Javier Cercas inició diciendo que la violencia, si bien no es la partera de la historia, es su cantera. Fue increíble que después de Franco los españoles decidieran formar un género democrático en lugar de seguirse matando, sobre todo teniendo en cuenta que muchos adolescentes del babyboom eran pobres, sin esperanza, sin horizontes y se veía aires de revolución en el aire.

Dentro de su generación, Javier Cercas conoció a mucha gente que murió, ya sea por la violencia, como por la heroína. Este un tema del que quiso hablar en las leyes de la Frontera, en la forma en que lo puede hacer la novela, es decir, formulando una pregunta de la manera más compleja posible. La literatura para Cercas (y creo que lo dijo citando a otra persona) es todo aquello que no parece literatura o en otras palabras, toda literatura es antiliteratura.

La novela tiene muchas cosas para decir a través de un punto ciego, es decir, un punto a través del cual no se ve nada, pero que justamente es el modo en que la novela tiene para ver. Por ejemplo, en el Quijote,  don Alonso Quijano es un tipo verdaderamente loco, pero en su locura es el hombre más lúcido del universo.  Esto plantea una ambigüedad  esencial que no puede resolverse y en la cual está el quid de la novela.  Toda novela (como ya lo había dicho antes en este texto, pero no sobra repetirlo) parte de una pregunta de la cual se busca una respuesta que nunca llega en el texto, porque la respuesta es la propia pregunta o en otras palabras, la búsqueda de esa respuesta.




Otro ejemplo claro de lo anterior es el proceso de Kafka, novela en la cual, acusan a K, pero nunca revelan de qué delito. Sin embargo, ese dato oculto es el corazón de aquella obra literaria. Otro ejemplo del punto ciego se puede observar en la ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa donde (alerta de spoiler) alguien mata al Esclavo, pero nunca se sabe quién. El Jaguar se echa la culpa, pero nunca se precisa si él es el asesino o no (fin del spoiler).

Además de lo anterior, para Javier Cercas vivimos en una sociedad muy presentista, que mira poco hacía el pasado. Esto es un gran problema, porque el presente no puede entenderse sin el pasado y de igual forma lo individual, no se explica sin lo colectivo.

La obligación del escritor para Cercas, es ser fiel a sus obsesiones, sus demonios que lo llevan a tomar la literatura como algo más que un mero entretenimiento. Esto lo lleva a crear unas reglas propias, que después se obliga a cumplir. Además, considera Cercas que la originalidad consiste en parecerse a todo el mundo (es decir a tomar varias influencias que considere necesarias).

Luego de lo anterior, Cercas retomó la pregunta inicial y explicó quiénes fueron los kinkis, su relación con la cultura y la sociedad española y en qué terrenos culturales están hoy en día. Vásquez hizo una comparación entre Cercas y Orhan Pamuk, en el sentido que en la obra de los dos escritores, ninguna novela se parece con otra. Con esto iniciaron a hablar de las novelas de Cercas iniciando con anatomía de un instante, un poco de soldados de Salamina y finalmente terminaron hablando de la última novela las leyes de la frontera.

Una muy buena conversación si me permiten, que me hace pensar que Juan Gabriel Vásquez es mejor detrás de las preguntas, que respondiéndolas ya que por alguna razón, la conversación de él con Mario Jursich del año pasado no me gustó mucho y creo que fui un poco duro hablando de aquel evento. Sin embargo y con el riesgo de contradecirme en lo anterior, considero que Vásquez sigue mostrando un excelente nivel en las conversaciones del Hay, con sus conocimientos casi borgianos de la literatura.  

3.2. Mario Vargas Llosa en conversación con Carlos Granés




Como dije al comienzo, esta era la conversación más esperada del Hay Festival. Las boletas, cuando salieron a la venta, se agotaron en un día como si fueran las entradas a la final de un partido de fútbol y es que la presencia de Mario Vargas Llosa es mediática y por tanto, muchísima gente (entre los que me incluyo, debo aceptarlo) quiere ir a verlo y oírlo.

El escritor peruano había venido a Cartagena en 2010, el año en que ganó el premio nobel, aunque sin aquel galardón en su palmarés. En aquel año tuvo una conversación con el pesado Hector Abad Faciolince, de la cual las boletas se agotaron rápidamente y obligó a los organizadores del evento a crear una segunda jornada de Vargas Llosa al siguiente día, la cual como ustedes adivinarán, también se llenó. Por tales razones, apenas terminó la conversación con Javier Cercas bajé casi que corriendo por las escaleras del Teatro Adolfo Mejía y esquivé cuanta gente pude, buscando llegar temprano al Centro de Convenciones de Cartagena.

Salí del teatro y le pregunté a uno de los trabajadores del evento que como podía llegar al Centro de Convenciones y me dijo que podía ir en dirección a la torre del reloj y salir por una entrada que había ahí (no es un error, así me dijo, puede salir por la entrada tal). Inmediatamente empecé a correr con dirección a la famosa torre del reloj. Debo confesarles que me perdí, ya que si bien conozco algo de la Ciudad Histórica, mi mala memoria me hizo entrar por caminos que pensé que eran los correctos, obligándome a preguntar y acelerar más el paso, que hicieron brotar grandes gotas de sudor alrededor de mi cara.

Luego, ya fuera de la Ciudad Historica, crucé la calle, caminé en línea recta hasta desembocar en otra pequeña calle que de seguirla, me hubiese llevado a doña Socorro y otros restaurantes de precios exorbitantes. Sin embargo por ahí vi un subway  y fui para almorzar y sentarme un rato a descansar de una caminada realmente galopante. Igual (pensaba) la gente de llegar, lo haría media hora antes del evento, así que no le veía ningún problema al respecto. Me alimenté con un sándwich, saqué uno de los libros que llevaba y me puse a ojearlo mientras esperaba que fueran las 2 y media. Lo anteriormente hecho, fue un gravísimo error, porque cuando me fui al Centro de Convenciones, sobre las dos y cuarenta y cinco de la tarde, había una fila lo suficientemente larga para quedar por fuera del lugar.

Debo decir que tuve una sorpresa en la fila y fue la de ver a Clara López, ex alcaldesa encargada de Bogotá haciendo fila delante de mí. Siempre pensé que ella era parte de esa aristocracia que siempre tenía pases de cortesía y sus asientos cuidaditos, a diferencia del resto de mortales como nosotros pero me equivoqué. En todo caso, media hora antes del evento pude entrar y en el edificio, corrí en dirección al segundo piso del Centro de Convenciones donde se dio la célebre charla del laureado escritor peruano. Al lado de la entrada al auditorio, había gigantescas torres de libros con el nombre de Mario Vargas Llosa en su carátula.







Ya dentro del auditorio, encontré un puesto relativamente central que fue desde donde vi el evento. Afortunadamente fui juicioso en llegar temprano y bueno,  pude sentarme en una silla, ¡ah!, porque se me había olvidado comentar, si bien el Centro de Convenciones tiene dos pisos para observar a la persona que va a estar en el centro del lugar, en esta ocasión todo el primer piso cercano a la tarima estaba reservado, un claro acto de elitismo, que bueno…se entiende porque los patrocinadores y la farsandula quería tener “al nobel” al lado de ellos. En fin. Cosas del Hay.

Como experiencia personal, les puedo comentar que una niña bonita, se sentó a mi lado sin ningún acompañante. Como considero que no soy bonito, no le presté cuidado pero cuando me percaté que su mirada se concentraba en mí y se perdía de manera tímida cuando ferozmente cruzaba mis ojos con los de ella, empecé a jugar a te veo, no te veo. Ella llevaba una blusa morada que escondía sus bien formadas tetas, un pantalón negro que hacía juego con la pieza de arriba y una cartera azul que sostenía entre sus piernas. No sé si al igual que yo, era una persona amante de la literatura que iba solitaria a estos eventos o si como yo, también escribirá sus ocurrencias en un blog esperando que alguien se tome la molestia de leer un texto tan mediocre. Sin embargo me acompañó y llamó mi atención durante los minutos previos a la charla, por lo que la rescato en estas palabras.

Finalmente, el reloj marcó las tres y media de la tarde y cuando todos esperábamos ver entrar al nobel, entró un señor explicando las medidas de seguridad que tenía el Centro de Convenciones y luego, una niña muy linda que pensé, iba a presentarnos al escritor que tanto esperábamos, pero no, le dio la bienvenida a los políticos oportunistas: el gobernador de Bolivar y el alcalde de Cartagena, quienes hicieron su entrada antes que el escritor, para darle un merecido homenaje.








Inmediatamente, la gente empezó a chiflarlos y es que es razonable, en su presentación se demoraron casi 20 minutos, que le quitaron a la hora de conversación de Mario Vargas Llosa. A nadie le importaba oír a dos políticos que de manera lagarta querían robar cámara y aparecer en uno de los medios de comunicación del lugar condecorando a Mario Vargas Llosa y es que aclaro, si bien Mario se merece todos los homenajes en vida que se le puedan dar por su magna obra, la verdad es que este estaba fuera de lugar. Si los dos políticos hubiesen querido hacerle un buen homenaje, lo hubieran hecho en otro espacio, en una tarima preparada para ello o en algún otro lugar y ahí créanme que nadie los hubiera chiflado.

Pero todavía venía lo peor, en el decreto de entrega de las llaves de Cartagena por parte del alcalde, se homenajeaba a Mario Vargas Llosa por su novela “el baile del chivo” (sí, ni siquiera son capaces de mirar en Wikipedia el nombre de las novelas del escritor) y por su contribución al “realismo mágico” (sí, tampoco se toman la molestia de preguntarle si quiera a google cuál es el género en que se mueve el peruano). Por tales razones los aplausos al nobel, estuvieron acompañados de chiflidos a los políticos, quienes para más inri, luego del homenaje fueron detrás del escritor para tomarse una foto con él, en un bochornoso espectáculo que se parece a cuando un jugador de fútbol de un equipo chico, va tras un buen jugador de un equipo grande para pedirle la camiseta. Es que ni vergüenza ajena tenían aquellos sinvergüenzas. Como dato adicional vi una pequeña molestia en el rostro de Mario Vargas Llosa y de Carlos Granés.











En todo caso, los políticos se fueron, la gente aplaudió a regañadientes su retirada, que ya eran casi las cuatro y habíamos perdido tiempo en el que pudimos oír al peruano. Cuando por fin se sentaron y les entregaron los micrófonos, lo primero que dijo Carlos Granés fue “ahora vamos con la literatura”. La gente rompió en aplausos. Mario Vargas Llosa inició dando de manera respetuosa gracias por los reconocimientos y empezó con una conversación, que no les reproduzco por la sencilla razón de que es la misma que ha dicho en otros escenarios, llámese entrevista o conferencia. Van a poder conseguir ustedes declaraciones muy similares sobre el porqué de su entrada al Leoncio Prado, su relación con su padre, su relación con Carlos Barral y bueno, cosas que ya se han dicho en otros espacios. Además de lo anterior, le preguntaron en un momentico de quince minutos sobre el libro la civilización del espectáculo y repitió la misma perolata que ya ha dicho en debates y entrevistas, en las que ha acusado la cultura de ser banalizada y afirmó que es más fácil utilizar una tableta que un libro porque se necesita menos preparación intelectual (cosa con la que no estoy nada de acuerdo).

Debo comentarles al respecto, ya que tanto se habla del tema, que el libro electrónico no es un desastre para la literatura puesto que lo importante de los libros son las palabras y éstas, siempre buscan la manera de seguir existiendo (sí, porque si no se acuerdan antes tuvimos papiros, códices, etc). De otra parte, si bien existen muchas exposiciones, canciones y libros con una calidad paupérrima, esto no es cosa del hoy sino siempre ha ocurrido. Lo que pasa es que algunos nostálgicos de otra época como Vargas Llosa, les parece que todo va camino a la hecatombe, aunque en verdad no veo que ocurra ello. Creo que lo que hay hoy en día es una variedad inconmensurable que nos permite tener más variedad y más arte que disfrutar, como también basura que ignorar

En todo caso, el dato importante del día es que Mario Vargas Llosa terminó su novela a la cual tituló el héroe discreto, la cual sus lectores podremos disfrutar en los próximos meses (y espero que a Alfaguara no se le vaya la mano con los precios), aunque no me siento seguro del todo para leer a Vargas Llosa, ya que no disfruté mucho su última novela.     




Luego de salir de la conversación de Vargas Llosa cinco minutos antes de que se acabara, fui a la fila de la firma de libros donde unas señoras se quejaron de que no obstante tener boleta, los señores de logística no las dejaron entrar. Esto, en razón a que el lugar estaba súper lleno y había gente sentada en los escalones, lo cual me lleva a dudar sobre si se sobrevendieron las boletas o se le dio a muchísima gente escarapela para entrar. No sé qué pasó, pero eventos bochornosos como estos no se deben repetir. Si se le vende la boleta a una persona, no se le puede prohibir su entrada. Así que organizadores del Hay Festival, pilas con esto, porque es molesto que uno haya hecho hasta lo imposible por conseguir una boleta y luego, de la nada, uno de los matoncitos con camiseta negra del Hay Festival le diga que no puede entrar porque hay mucha gente.

3.3. Herta Müller en conversación con Philip Boehm




Cuando salí del Centro de Convenciones eran las 5:05 minutos, razón por la cual tuve que correr con todas mis fuerzas al Teatro Adolfo Mejía puesto que ya iba súper tarde junto a muchísima gente que iba en masa caminando por las calles de Cartagena, para llegar a la fila ya armada del lugar.

La primera sorpresa que me encontré es que para poder ingresar, era necesario llevar unos audífonos con los cuales oír la traducción del alemán al español. Por ello, me tocó salirme de la fila e ir a una casa de al lado donde estaban repartiendo los audífonos y donde pedían que se  dejara un documento que debía ser o carnet de conducir o cédula de ciudadanía. Como dato plus, vi que un señor peleaba porque no le recibían la tarjeta profesional de alguna profesión y la señora que entregaba los aparatos le dijo “no aceptamos tarjetas de crédito”. Por poco y se me va un ataque de risa ante una confusión tan evidente y estúpida, aunque el señor no estaba nada contento.

Volví  a la larga fila que se había hecho y entré al teatro buscando desesperadamente sillas. En las anteriores conversaciones no había tenido tanto problema por lo que siempre era de los primeros que ingresaba al lugar. Sin embargo, en esta ocasión, habiendo llegado tarde, me encontré de frente con la gran cantidad de palcos reservados que me obligaron a subir al último piso para poder mirar un poco de lo que acontecía en la tarima. Si bien antes no le había parado bolas a la gran cantidad de reservados que había, en esta ocasión como llegué tarde y buscaba desesperadamente una silla, me encontré de lleno con la sección elitista del festival. En fin. Qué se le hace.










Después de unos minutos, como a las 5 y 35 entraron Herta Muller y su traductor al inglés a la sala, bajo el aplauso del público presente. Boehm inició preguntándole de su vida en Rumania, de su novela del faisán y Herta Müller con su carisma en idioma alemán, empezó a contar que fue víctima de las chuzadas cuando trabajaba en una fábrica por no estar denunciando a otras personas. Contó que en sus novelas ella recrea mucho los paisajes porque en su infancia campesina, se la pasaba con las vacas, las plantas y demás seres de la naturaleza y no veía su lugar en el mundo.

La escritora rumana decía que en su infancia, ella buscaba en su soledad ser aceptada por los animales y las plantas. Además de eso, era responsable de que las vacas no se comieran el pasto de fuera de la granja donde vivía, porque de ser así, el Estado caería con grandes multas y grandes castigos, puesto que el pasto de fuera de su finca era del Estado. En su niñez, Herta Müller se perdió observando paisajes y detallando hormiguitas, mirando la eternidad a través de las cosas. 

En contraposición a lo anterior, cuando Herta Muller llegó a la ciudad, se encontró con que el entorno era diferente ya que empezó a observar política, cambios de lenguaje y otros asuntos que cambiaron su vida. Su perspectiva cambió, pero algunas cosas no, como por ejemplo el hecho de pensar que las plantas eran políticas y estaban de acuerdo con el partido o también en desacuerdo.

Según la ganadora del premio nobel, en situaciones extremas de apresamiento, de dictadura, las plantas pueden ser la mejor compañía para los solitarios caminantes de las ciudades, supuestamente caracterizadas por su comunitarismo. En Rumania, luego de la dictadura no se aclararon muchas cosas que ocurrieron en ese estado de cosas y por tal razón nadie habla y hay unos nacionalismos radicales espantosos. Según Müller, la iglesia también jugó un papel fatal en la dictadura.

Luego de lo anterior, el traductor procedió a preguntarle ¿Cómo fue la relación de la Iglesia en su pueblo?
Ella respondió que si bien por allá todos eran católicos, la gente no tomaba en serio el cura, ni el acto (supuestamente) sagrado de la confesión. Los curas tenían mal reputación y siempre se veían ahí, alejados y solitarios. Para Müller si la religión se toma en serio se vuelve totalitaria. Ella tenía miedo de Dios, ya que le metieron el cuento de que él los ve a todos en todos lados y los vigila. La escritora no sabía cómo la gente se podía comunicar con Dios, no entendía la comunión y si el cura le preguntaba en el acto de la confesión si había visto animales teniendo relaciones sexuales, la hacía sentir avergonzada, ya que según el sujeto de sotana eso era malo.

Por todo ello, si uno toma la religión en serio, esto lo lleva a uno a muchas dificultades. Más adelante en su vida, ella pensó ya en la ciudad “Dios no está”, no apareció incluso luego de ser maltratada y por tal razón “si no está aquí, mejor que se quede dónde está”.

Inmediatamente se acabó la conferencia aplaudí y bajé con el ánimo de ir a entregar los audífonos, encontrándome con que los encargados de logística se trajeron las cajas para guardar los audífonos (donde estaban nuestros documentos) al primer piso del teatro y todo se transformó en un acabose total, en el que no había orden ni filas para entregar audífonos, en el que algunas señoras decían que les habían tocado la cola, en el que los gritos y los insultos hacían parte del ambiente y en donde los codazos se hicieron presentes. Qué hermosa postal de cultura, proporcionada por personas desesperadas ante una decisión errónea de logística. Como soy malo para tirar codazos y no me gusta andar tocándole la cola a mujeres que no conozco, guardé los audífonos y me fui a una fila más amable: la de la firma de libros de Herta Muller. Yo ya llevaba desde Bogotá mis libritos, así que no tuve que hacer parte de la pelea entre los usuarios y las empleadas de Librería Nacional, a quienes no les funcionaba ningún datafono, supuestamente porque la gente se atravesaba en la señal del datafono (al parecer Hay Festival es también un festival de la irracionalidad).




En todo caso, luego de cumplir con la parafernalia de llevarme un libro firmado y luego de que Herta Müller me dijera “gracias”, me dirigí a la fila, que ya estaba un poco más calmada en comparación a antes, cuando bajé del cuarto piso, pude entregar mis audífonos  y me salí para hacer una nueva fila para entrar a la conversación entre Carlos Granés y Fernando Savater, un tipo a quien admiro en sus discursos, pero no tanto en sus libros (toda la colección de XXXX para Amador me pareció mala y los libros sobre toros, tampoco me gustan).

3.4. Fernando Savater en conversación con Carlos Granés



Fernando Savater era otro de los intelectuales esperados por el público del Hay Festival, así que como pueden deducir, también llenó teatro. Sin embargo, debo decirles que estaba algo mamado, así que no tomé apuntes sino me dediqué a oír la eximia conversación que tuvo junto a Carlos Granés.

Antes de entrar de lleno en la conversación (o en la síntesis de la conversación más bien), les cuento que Mario Vargas Llosa vino al evento y tuvo que pasar un momento molesto cuando luego de que una persona le pidiera la firma del libro y el accediera, otras personas llegaran de la nada (así como en Walking Dead cuando los zombies escuchan que alguno encontró “comida”) creándose una fila de personas que pedían el autógrafo del escritor. El peruano por su parte, de manera cortés respondió amablemente firmando todos los libros, hasta que uno de los encargados de logística, se hizo al lado de él prohibiendo que siguiera la firma de libros, acto con el que estuve de acuerdo, máxime, teniendo en cuenta que Vargas Llosa venía de una larguísima firma de libros en la que duró como una hora.






En ella, Savater habló de su relación con la literatura, la cual quería un poco más que la filosofía. Para él la literatura es contar las cosas por primera vez y si bien le encantaba esta disciplina, tuvo que elegir como carrera universitaria a la filosofía ya que no existían buenas escuelas que le enseñaran lo necesario para dedicarse a la literatura. Según recuerdo, Savater dijo que se dedicó a escribir luego de leer a Bradbury, veía a las invenciones como un Frankenstein (ya que funciona a pedacitos) y a partir de ahí, habló con sapiencia y humor sobre su relación con la literatura, que desembocó en su visión de los invitados de la princesa, una novela que compré (ya llegado en Bogotá porque “llegó agotada” a Cartagena) luego de oír el excelente epitome de temas en que se basó para hacerla. Espero que no me decepcione como sus obras “xxx para amador”.



¡Ah! Cierto, Savater también tocó el tema de los derechos de los animales para justificar su idea de la tauromaquia (cosa que no comparto, pero que es debatible). Sin embargo, sus intervenciones fueron verdaderamente buenas y por eso, me gustaron muchísimo, no obstantes que no copié por quedarme oyéndolo. Dejaré que ustedes analicen cuando salga el audio qué tal les parece.