martes, 27 de marzo de 2012

Serie 9 de abril de 1948 (Primera parte)



Desde hace algún tiempo he tenido la idea de compartirles dos textos sobre el 9 de abril de 1948. Son sacados del libro “NUEVA HISTORIA DE COLOMBIA” (cuya dirección está en cabeza de Álvaro Tirado Mejía) de Editorial Planeta y el autor de los textos que traigo a continuación es el multifacético Arturo Alape, quien aunque no es de mi agrado como persona, pero que aporta unos textos de ritmo casi narrativo, con buenas fuentes (al parecer).

Advierto desde ahora que existen muchísimos libros, textos y documentales sobre el 9 de abril de 1948 y Jorge Eliecer Gaitán; como también teorías de lo ocurrido aquel día. Lo que se ha dicho y lo que falta por decir no es poquito. Por lo tanto, no sé si sean los textos más completos. Sólo sé, que son los que voy a compartir con ustedes. Cada quien tiene su criterio para elegir si comparte o no lo expresado por el autor de acuerdo con lo que ha leído.

Los dos textos van a estar divididos en varias partes por su gran longitud. El primer relato va a estar dividido en varias partes (no sé cuantas todavía) y tiene por nombre “El 9 de abril, asesinato de una esperanza”. El segundo es del mismo autor, está bajo las reglas del anterior texto y se titula “El 9 de abril en provincia”. Espero sean de su agrado

NOTA: Como estamos en tiempos de paranoia derecho-autoral me permito expresar que no hay ninguna intención de violar derechos de autor u obtener lucro con la publicación de estos textos. Este blog no me da ni un peso y sólo lo tengo como hobbie de tiempo libre. Además de lo anterior, el autor de los textos está muerto.

El 9 de abril, asesinato de una esperanza
Por: Arturo Alape

La ciudad



Bogotá cortada en cruz sobre la carrera séptima y la de Jiménez por los rieles del tranvía; los cerros en reposo como telón de fondo inamovibles, un cielo encapotado y un enloquecedor frío sobre los hombres de vestidos cruzados y sombreros negros, ladeados, y en el aire el hollín del tiempo pegado a sus respiraciones. Es mediodía del 9 de abril de 1948; la ciudad se desocupa, las gentes aceleran sus pasos para ir almorzar. Hay cierta tranquilidad relativa, aunque el país había vivido una intensa oleada de violencia en algunos departamentos. Un grupo de lustrabotas, especie de guardia personal de Gaitán al salir de su oficina, silban con cierto desgano al compás de sus manos que brillan los zapatos de los transeúntes.

La ciudad ha cambiado de apariencia, al engalanarse para las fiestas sociales en homenaje a los muchos delegados a la Novena Conferencia Panamericana, mientras en cualquier rincón se esconde la miseria real de un pueblo que había encontrado en la voz, en el verbo encendido de Gaitán, una posible redención social.



Sobre Bogotá conocida como la Atenas del Sur, recaía la mirada esperanzada del continente, porque tenía la visita de un personaje mundialmente conocido: el general George Marshall, el hombre que había reconstruido económicamente al viejo continente, después de la hecatombe de la segunda guerra mundial. Por lo menos los gobiernos de entonces pensaban que traía dólares a manos llenas para desarrollar las pobres economías de estas tierras americanas que no habían pasado por la experiencia de la guerra. El propio general, desde el primer discurso en la conferencia, disipó cualquier ilusión en este sentido. No habrá <<Plan Marshall>>  para América Latina. El continente americano tiene urgente necesidad de adoptar métodos efectivos de cooperación económica, haciendo frente a problemas que exigen su máximo de buena voluntad. La tarea de reconstruir Europa es, de por sí, una tarea gigantesca para los Estados Unidos. Invitó a los gobiernos del continente a unirse a esta labor. Resumió su pensamiento en materias económicas, pidiendo para el capital extranjero toda clase de garantías. Desde el comienzo de la Conferencia Panamericana, el general Marshall había recomendado incluir en la agenda de discusiones la siguiente pregunta: <<Quiero saber si los delegados aquí reunidos consideran que una cuestión sobre represión de movimiento subversivos en América, ¿debe considerarse como un nuevo tema con relación a la agenda?>>.

Pregunta que no fue recibida con beneplácito en el resto de delegaciones. Creó un ambiente de tensión y de contradicciones. No era lo definitivo a discutir. Juvenal Hernández, jefe de la delegación chilena, dio de inmediato una respuesta positiva en relación con la pregunta del general Marshall, al sostener que la división mundial alrededor de dos tesis había quedado planteada, que una de ellas se fundaba <<en una concepción materialista de la vida>> y que <<pretende implantar la sumisión gregaria de los más a los menos a un nuevo totalitarismo político para decapitar el espíritu de su libertad>>. Propuso la necesidad inmediata de adoptar disposiciones internas para reprimir las actividades subversivas que intentaran realizar individuos nacionales o extranjeros en favor de los intereses políticos de estados extracontinentales.

La delegación argentina replicó diciendo que <<las Américas no deben combatir el comunismo como idea sino atacar las causas que lo engendran>>. La delegación venezolana fue más precisa y contundente, al afirmar por boca de su presidente, Rómulo Betancur: <<Venezuela jampas apoyará medidas que puedan dar a los enemigos de la libertad el arma formidable de la discriminación política y las persecuciones policíacas, que podrían ser utilizadas contra todos los miembros de la oposición doctrinaria>>. La delegación colombiana, presidida por Carlos Lozano y Lozano, no había declarado que Colombia no votaría afirmativamente esta declaración. Dijo que <<Colombia es un país de libertades, respetuoso de sus fueros constitucionales y celoso guardián de los principios democráticos>>. Los delegados conservadores al evento, encabezados por Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno, estaban de acuerdo con la declaración.

Comenzaba para el continente la más grande cruzada de perfiles inquisitoriales. Era la aplicación de la doctrina Truman, que proclamaba el derecho de los Estados Unidos a intervenir política y militarmente en cualquier país <<amenazado por el comunismo>>. Era, de frente, la guerra fría.

Gaitán, jefe del partido liberal, por un inaudito error de Ospina Pérez y aconsejado por Laureano Gómez, no fue invitado al evento. Esa arbitraria actitud del gobierno había creado profundo malestar en las masas liberales.

9 de abril: 1.05 pm



A la una y diez minutos de la madrugada del 9 de abril, Gaitán terminaba su emocionante defensa del teniente Jesús Cortés, y pedía para él la absolución, alegando que había obrado en legítima defensa del honor del ejército, al ultimar de dos disparos de pistola al periodista Eudoro Galarza Ossa. La multitud aplaudió frenéticamente el hermoso elogio que el penalista hizo del militar. Ahora se vivía la expectativa por el veredicto final. Era la segunda defensa que Gaitán hacía del teniente Cortes. Los mandos medios del ejército habían sufragado todos los gastos de la defensa, recolectando el dinero entre sus compañeros de armas. Seguía en la sala un silencio profundo. A la una y veinticinco minutos de la mañana la sala fue desalojada. Los jueces del pueblo entraron a deliberar, mientras los presentes hacían toda clase de conjeturas. Eran muchas las hipótesis que se tejían. Ante todo, había una gran confianza en el formidable penalista que era Gaitán.

A las dos de la madrugada, los jueces del pueblo entregaron su veredicto al juez de la causa y el doctor Pérez Sotomayor, lentamente dio lectura al fallo de conciencia. Las dos y cinco de la mañana. El fallo fue absolutorio en un todo, de acuerdo con las tesis planteadas por Gaitán.
Las barras sacaron al líder en hombros y él se encontró con la soledad de una ciudad que tanto amaba y que pocas horas después iba a cambiar en todo sentido por su muerte. La multitud que lo vitoreaba quedaba a sus espaldas.

Plinio Mendoza Neira necesitaba hablar con Gaitán sobre alguna cosa urgente. Fue a su oficina, y allí lo encontró departiendo con varios de sus amigos, entre ellos Pedro Eliseo Cruz, Alejandro Vallejo y Jorge Padilla. Comentaban sobre la intervención de Gaitán en la madrugada, en defensa del teniente Cortés, verdadero éxito oratorio que todos calificaron de brillante. Gaitán recibía los últimos elogios de sus amigos. Había sido su más importante triunfo como penalista. Gaitán se sentía alegre, eufórico, <<reía con mucha complacencia>> recuerda Plinio. Este lo invitó a almorzar. <<Aceptado. Pero te advierto, Plinio, que yo cuesto caro>>, dijo Gaitán al disponerse a salir, con una de sus carcajadas habituales cuando se hallaba de humor. Todos abandonaron la oficina, para tomar el ascensor del edificio Agustín Nieto. Al salir por el pasillo que daba a la calle, Plinio lo coge del brazo: <<Lo que tengo que decirte es muy corto>>.

En esos instantes postreros del líder, nunca se sabrá si había leído las últimas líneas del editorial del Diario del Pacifico, del 8 de abril, que era como el artilugio premonitorio de su muerte: acusaba a Gaitán de su compromiso con el comunismo, y advertía que esta actitud impediría al liberalismo hacer causa común con quienes se estaban esforzando por defender al continente americano de la influencia del Kremlin. Terminaba: <<Allá ese partido que en horas de tanta inquietud se dejó arrastrar hacia tan profundo abismo por las ambiciones desmedidas de un caudillo en trance de muerte>>. Era la atmosfera política que se respiraba.
Plinio Mendoza Neira sintió de pronto que Gaitán retrocedía, tratando de cubrirse el rostro con las manos. Escuchó tres disparos consecutivos. Trató de ayudarlo. Gaitán, demudado, los ojos semiabiertos, un rictus amargo en los labios y los cabellos en desorden. Un hilillo de sangre corría bajo su cabeza.

Los testigos del asesinato



Pudo ver en forma absolutamente nítida al individuo que disparaba. Trató de dar un paso adelante para arrojarse sobre él y el hombre levantó el revolver a la altura de su rostro. Plinio hizo el mismo ademan de Gaitán, quiso ponerse a salvo entrando de nuevo al edificio. En ese momento, el asesino bajaba el revolver con deseos de apuntarle a Gaitán, que yacía inmóvil sobre el pavimento. Luego fue retirándose, protegiéndose en la fuga con el revolver, vacilante.

Le faltaban tres pasos para llegar a la puerta y vio claramente el cuerpo del atacante y los movimientos de su brazo en tres posiciones, la primera alta, sincronizada con las tres detonaciones, sin que pudiera percibir el arma, ni la mano, ni la persona sobre la cual disparaba. Así precisa Pedro Eliseo Cruz.

Parece que en esos momentos el hombre les hizo un disparo a ellos. Luego retrocedió buscando la avenida Jiménez. Demostraba un perfecto dominio sobre sí mismo, una gran energía, en sus ojos había una mirada de odio inconfundible. Era un hombre cargado de pasión. Así lo define Alejandro Vallejo.

En el primer instante, Jorge Padilla pensó que los disparos no eran de revolver. Pensó más bien en los fulminantes que los emboladores ponían sobre la línea del tranvía. Miró hacía la puerta y vio que apoyándose contra el borde de la piedra norte, con las piernas dobladas en posición de tiro, revolver en mano, había un hombre. Está seguro que disparó desde ese punto y en esa posición, recuerda Jorge Padilla. En total, oyó cuatro detonaciones.

Pedro Eliseo Cruz, en su condición de médico, examinaba a Gaitán. Al levantarlo del suelo, daba señales de vida. Era una serie de quejidos sordos. Minutos después llevaron su cuerpo a un taxi que lo condujo a la clínica Central.

A la una y cinco de la tarde se había parado el reloj de Gaitán. Años más tarde, el médico Yezid Trebert Orozco recordaría que de los impactos del revólver recibidos por Gaitán, especialmente el que penetró el cráneo a la altura de la protuberancia occipital, hemisferio izquierdo, a más o menos cinco centímetros, fue el mortal. Murió en el sitio del abaleo. <<A él le quedó naturalmente la vida animal, como a los toros de lidia cuando les clavan la puntilla y todavía quedan con vida, pero sin sentido de ninguna clase>>.

Gaitán no creía en su muerte. Muchas veces sus amigos intentaron organizarle un cuerpo de seguridad personal. Él siempre rechazó enérgicamente la idea. Grupos de policías gaitanistas le propusieron lo mismo, pero él daba como respuesta que su pueblo era su propio vigilante. Un día dijo que si a él lo asesinaran, sucedería el mismo levantamiento popular que produjo su asesinato. Gaitán era un hombre de profunda seguridad en su realización como político. Ya se sentía, por derecho de su prestigio y de su inmensa influencia, presidente de la República. Pensaba que lo conseguiría en el año 50, por el camino constitucional de las elecciones.
Bogotá comenzó a incendiarse. La tranquilidad de mediodía se convirtió en un volcán de pasiones inusitadas. La ciudad, como el país, vivieron una de las experiencias más dramáticas de su historia.

El hombre



Gaitán había nacido pobre y humilde, en un humilde barrio al oriente de Bogotá. Su padre siempre tuvo vocación de librero y su madre, su más grande amor y su más grande influencia, fue maestra. Su infancia estuvo saturada por las dificultades y la escasez. Fue al a escuela pública y más tarde, en la segunda enseñanza, entró al Colegio Araujo de Bogotá. Después, para el estudio de su profesión de abogado, fue a la facultad de derecho de la Universidad Nacional. Comenzó a ejercer de abogado, incluso antes de titularse. Obtuvo rotundos éxitos en sus primeros alegatos, que siempre estuvieron ligados a personajes de los bajos fondos. Su nombre se hizo famoso en sensacionales audiencias públicas, entre ellas la del crimen de la <<Ñapa>>. La tesis con la que se graduó se tituló <<Las ideas socialistas en Colombia>>, que ya marcaban un derrotero para su futura vida de hombre público. 

Viaja a Italia con el objeto de ampliar sus conocimientos en la ciencia del derecho penal. Asiste al espectáculo que ofrecía el fascismo, que irrumpía en Europa ungido de promesas y era escuchado ya por gigantescas movilizaciones de masas. Era un espectro de carne y hueso que hablaba con la persuasiva teatralidad de Mussolini. Distribuyó su tiempo en concurrir a las aulas de la Real Universidad de Roma, donde conocería la doctrina y el pensamiento del profesor Ferri, cuyo prestigio lo había atraído de antemano. Vivió esa transmutación del sabio Ferri, de antiguo socialista a gestor ideológico de Mussolini. Por muchas veces fue a escuchar la voz de Mussolini, para analizar lo teatral de sus gestos y las modulaciones de su voz, a fin de hacerla más convincente, más enérgica. Gaitán llevaba consigo, con la fuerza que le era propia, su vocación oratoria. Si con Ferri aprendía el derecho penal, con los oradores fascistas estudiaba elocuencia.

A su regreso al país, a fines de marzo de 1929, se levantaba el estado de sitio en la zona bananera. Los dueños de las plantaciones del banano, acompañados por el ejército colombiano, acababan de asesinar a millares de indefensos obreros, culpables de pedir un poco de justicia social para sus vidas. Gaitán quiso conocer de cerca la comarca martirizada y por muchos días recorrió el escenario del terror, escuchando los relatos de los sobrevivientes y conociendo reveladores documentos sobre la masacre.

Gaitán, que había salido elegido para el Congreso, realizó durante quince días el más formidable debate denunciando las arbitrariedades de la United Fruit Company. Y con la documentación que llegó a tener en la mano, obtenida en sus dos viajes a la región probó en sus dos viajes a la región, probó en sus acusaciones que había una conspiración entre la compañía norteamericana y el gobierno colombiano para explotar a los trabajadores.

En octubre de 1933, antes de que se clausurara el congreso, Gaitán lanzó un manifiesto trascendental. Invitaba al pueblo, a toda la intelectualidad, a todos los oprimidos a que formaran un frente único, capaz de luchar por la justicia social. Ese movimiento se llamaría Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, planteándose un programa similar al de Haya de la Torre en el Perú. Gaitán habló de los grandes latifundios abandonados, de los campesinos explotados como bueyes. En varios centros agrícolas la UNIR adquirió proporciones de peligro social y bajo sus banderas se realizaron numerosas movilizaciones, huelgas agrarias y reclamaciones directas a los terratenientes.

Durante la campaña del 44 al 46, Gaitán y los gaitanistas usaron su lema <<por la restauración moral y democrática>> como un arma efectiva contra sus enemigos políticos, primordialmente los enemigos del sector oficialista. En cierto sentido, la campaña moralizadora de Gaitán constituyó una cruzada contra los males que aquejaban a la sociedad colombiana, ya fueran sociales, políticos o económicos. Hablaba del cansancio del pueblo ante las farsas políticas, la corrupción de su partido en el gobierno. Y ante la descomposición social, ante el descontento general por la crisis que atravesaba la experiencia de la república liberal, él creía que era la única alternativa para un posible cambio. Gaitán avizoraba que ya era el tiempo, que su tiempo había legado, después de veinte años de luchas.

El 25 de septiembre de 1945, la plaza de toros de Bogotá se desborda con cuarenta mil gaitanistas, plenos de alegría y confianza en el triunfo, participantes de una experiencia política sin precedentes. Gaitán era ya un caudillo de masas, un líder social. Gaitán dijo: <<Nos ha bastado que aspiremos a la restauración moral y democrática de la República. Y esa formula diáfana y sencilla ha sido entendida por las gentes de Colombia con toda la fuerza real y trascendente que encierra su contenido. Sólo los que integran y especulan con el país político no encuentran en ella ni mérito ni sustancia, unos por dañada intención y otros por culpable ceguera >>.

Gaitán, como hombre de acción y un verdadero líder de masas, se levanta de la derrota electoral del año 46 y asume de inmediato el papel de reconquistar en dos elecciones la victoria para su partido. Gabriel Turbay, su oponente oficialista en el debate del 46, marchó a París a buscar la muerte por física nostalgia de la presidencia que no había obtenido y por la que tanto había luchado. Entonces Gaitán se convierte en el jefe único del liberalismo y de inmediato debe afrontar con toda la intensidad el proceso de violencia política que comenzaba a gestarse y desarrollarse en todo el ámbito geográfico del país. Esa situación la denuncia en la manifestación del Silencio, cuando frente a una masa disciplinada que ha marchado con sus banderas de luto, se dirige al presidente Ospina en estos términos: <<Os pedimos que cese la persecución de las autoridades; así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Os pedimos una pequeña y grande cosa: que las luchas políticas se desarrollen por los cauces de la constitucionalidad. No creáis que nuestra serenidad, esta impresionante serenidad, es cobardía. Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y libertad de Colombia >>. Ese día Gaitán había escrito su propia muerte.

Retrato de un asesino



El asesino intenta escapar. Los lustrabotas enfurecidos gritan: <<¡Mataron al doctor Gaitán, mataron al doctor Gaitán! ¡Cojan al asesino!>>. El dragoneante Carlos A. Jiménez lo captura. <<No me vaya a matar mi cabo…>>, suplica el hombre lloroso. Se aglomera la gente, lo desarman, lo meten a la droguería Granada para salvarle la vida. De turno está Elías Quesada Anchicoque. Los policías y Quesada bajan la reja. El hombre trata de evadirse, saltando una de las vitrinas de la droguería. Lo apresan y Quesada pregunta:

-¿Por qué  ha cometido este crimen de matar al doctor Gaitán?
-¡Ay señor, cosas poderosas que no le puedo decir! ¡Ay virgen del Carmen, sálveme!... – contestó el hombre en tono lastimero.
Entonces le preguntó Quesada:
-Dígame quién lo mando a matar, porque usted en estos momentos va a ser linchado por el pueblo…
-No puedo…,no puedo- contestó.
Instantes después, la multitud lo sacaría a la fuerza de la droguería Granada y comenzaría a matarlo de físico dolor.

Su madre, Encarnación viuda de Roa, recuerda que estaba oyendo la radio de un vecino suyo, en la casa donde vivía, arreglando un vestido negro para ponerse de luto por la muerte de Gaitán, cuando escuchó la noticia << que el reo del doctor Gaitán era Juan Roa Sierra, es decir, que el matador era mi hijo Juan>>. Ella, en los interrogatorios, dijo que Juan había trabajado en la legación alemana, <<más o menos como un año en calidad de portero>>. Como también dijo que a su hijo le venía notando coas raras, como por ejemplo, creerse <<Santander o un personaje así como Santander>>. Había abandonado el trabajo y se quedaba pensativo, <<con sus propios pensamientos>>. Ella lo acompañó a casa de un adivino alemán y en su presencia éste le examinó a Juan una de las manos.

Su hermano, Eduardo Roa Sierra, dijo en las indagatorias por el asesinato de Gaitán que Juan era adicto o miembro de la secta Rosacruz. Que le vio muchas publicaciones de esa secta, que tenía un libro titulado Dioses atómicos y que recibía permanentemente correspondencia de los Estados Unidos. Era un individuo retraído en sí mismo; poco comunicativo, poco conversaba, era solitario en el habla. Esa actitud, como recuerda su hermano, <<fue una cosa más bien adquirida de hombre>>.

Su mujer, María Jesús Forero de Salamanca, con quien Juan tenía una hija que hoy tendría 38 años, si viviera, declaró que él andaba muchas veces con su pensamiento distraído. Con la madre de Juan hablaban sobre esto, pues <<ella me decía que estaba asustada de que Juan pudiera resultar lo mismo que Gabriel, el hermano que está en Sibaté, con su mismo estado>>. María Jesús Forero de Salamanca recuerda que Juan Roa escribió una carta al presidente Ospina, en la que expresaba que <<es y ha sido el anhelo constante de mi alma el llegar a ser útil a mi patria, a mi familia y a la sociedad>>, que el medio propicio que ha encontrado es dirigirse a<<vuestra excelencia>>. Nadie supo quién le escribió la carta y mucho menos en qué maquina lo hizo.

Su mentor espiritual, el hombre que leía las manos, el alemán Juan Umbalaud, dijo que en la última visita que hizo Roa Sierra a su consultorio el 7 de abril, lo había visto completamente tranquilo y que al despedirse le expresó: <<Sólo tengo que hacer la vida y sólo tengo que seguir>>. Juan Roa Sierra ya había adquirido un viejo revolver y estaba gestionando la compra de proyectiles.

Dos días después, este hombre que se miraba al espejo y veía la figura del general Santander, utilizando un viejo revólver que había cambiado de tres dueños y que cada cual patinaba de nuevo para darle otra presencia, al disparar contra Gaitán cambió la faz del país. Juan Roa Sierra era el hombre perfectamente instrumentalizable para un crimen de esta naturaleza. 



Imagenes tomadas de:


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http://informatica-tecnologia.net/bc/images/stories/carpeta_historia/26.jpg
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4 comentarios:

  1. Estaba buscando imágenes para un trabajo del colegio sobre un tema que fuera de importancia social en Colombia en el siglo 19 y 20 y me di la tarea de buscar sobre "El bogotazo". Me encontré con su blog. Me gusto mucho porque me puse a leer toda esta entrada con gusto, porque la historia a mi me llena. Que buena entrada, solo pasaba a felicitarlo por este texto lleno de documentos que pueden o no ser reales. También las imágenes son muy buenas las voy a colocar en mi trabajo.

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  2. muy buen blog saludos de Venezuela familia anchicoque antes mencionada en la historia

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  3. Còmo ser s@lvo

    Cordial saludo:

    Mi nombre es Humberto García, me identifico como cristiano evangèlico y le envìo este correo (desde Colombia) con el propòsito de presentarle los pasos a seguir (el plan de salvaciòn) para recibir a Jesucristo como Señor y Salvador:

    La Biblia dice:


    “Justificados, pues, por la fè, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1) (Versiòn Reina-Valera)*

    “Porque de tal manera amò Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigènito, para que todo aquel que en èl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ( Juan 3:16 )

    Nuestro Problema :
    Separaciòn

    La Biblia dice:


    “ Todos pecaron y estàn destituìdos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

    “La paga del pecado es muerte, mas la dàdiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesùs Señor nuestro”. (Romanos 6:23)

    La respuesta de Dios:
    Jesucristo

    La Biblia dice:


    “ Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (I Timoteo 2:5)

    “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aùn pecadores, Cristo muriò por nosotros” (Romanos 5:8)

    Nuestra respuesta:
    Recibir a Cristo

    La Biblia dice:


    “He aquì, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrarè a èl, y cenarè con èl, y el conmigo” (Apocalipsis 3:20)

    6 —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí., Juan 14:6, Nueva Versión Internacional (NVI)
    12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)

    Còmo empezar su vida con Cristo:

    1) Admita su condiciòn de pecador

    2) Decida alejarse de sus pecados (arrepièntase)

    3) Crea que Jesucristo muriò en la cruz por usted, y que resucitò de la tumba.

    4) Por medio de una oraciòn invìtele a entrar en su vida y a tomar el control de ella por medio del Espìritu Santo. ( Recìbale como Señor Y Salvador)

    Confesar a Cristo

    La Biblia dice :

    “Si confesares con tu boca que Jesùs es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le resucitò de entre los muertos, seràs salvo.
    Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvaciòn” (Romanos 10:9,10)

    Haga esta oraciòn (de manera audible):

    Señor Jesucristo.
    Creo que tù moriste por mis pecados en la cruz del calvario.
    Creo en mi corazón que Dios te resucitò de entre los muertos por mi salvaciòn. Ahora mismo te invito a que vengas a mi vida. Quiero confiar en tì y seguirte como Señor y Salvador. En el nombre de Jesùs, Amèn

    La Seguridad que Dios da : Su Palabra

    Si usted elevò esta oraciòn,

    La Biblia dice :

    “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, serà salvo” ( Romanos 10:13)

    “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les diò potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)

    8 Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios,9 no por obras, para que nadie se *jacte. Efesios 2:8-9 (Nueva Versión Internacional)8.

    Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.9 La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso. Efesios 2:8-9 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

    De ahora en adelante:

    1. Lea su Biblia cada dìa, para conocer mejor a Cristo.




    NOTA : Si este mensaje evangelìstico(original del Pastor Billy Graham) le ha impactado y ha tenido como resultado su conversión, ayúdeme a compartirlo a travès de INTERNET


    Hermano Humberto

    www.biblegateway.com*


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  4. Esto es un resumen o es el texto original de Alape?
    Muchas gracias!

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