martes, 7 de febrero de 2012

Hay Festival 2012 Cartagena (parte 2)


En la última (y primera) entrega quedé en que eran aproximadamente las dos de la tarde, estaba decepcionado porque había sentido que aquel supuesto festival de la cultura era un lugar donde iban las señoras de “dedo parado” a oír a un escritor “comediante”, llevado bajo el patrocinio de la empresa privada que buscaba vender productos y servicios, y libros, muchos libros y café bien caro. También en la última entrega no recuerdo si lo escribí, pero sentí que (aquí le doy la palabra a mi libretica) el ambiente de festival era poco o nulo, ya que no era diferente del que tiene Cartagena en temporada baja, con vendedores ofreciendo chucherías, productos por el doble del precio original (me metieron 2 dolex forte en 4000 pesos, siendo que se puede conseguir en 1500 o 2000, pero me dolía mucho la cabeza) y canciones por billetes. Por último, también les conté mis apreciaciones del primer conversatorio entre Mario Jursich y Juan Gabriel Vásquez, donde mi sensación fue que los dos eran unos tipos agradables, buenas personas; pero que no colmaron unas expectativas que tenía altas al haber escuchado al escritor en otros espacios donde sus exposiciones habían sido muy interesantes.  


Segunda charla: Carlos Fuentes en conversación con Juan Gabriel Vásquez y Santiago Gamboa. (Teatro Adolfo Mejía)







Almorcé y me dirigí de nuevo al Teatro Adolfo Mejía para iniciar la fila de entrada a la conversación más esperada del día: Carlos Fuentes en conversación con Juan Gabriel Vásquez y Santiago Gamboa. De Carlos Fuentes merece hacer un punto en el camino para hablar un poco de su obra.

Fuentes es un escritor mexicano de 84 años que nació en Panamá, de padres diplomáticos (y por tanto pudientes), que pasó su infancia en distintos países como él mismo lo dice en su entrevista con Soler Serrano (que está un poco más atrás en este blog). Él empezó muy joven como periodista y escritor, y se graduó como abogado de la Universidad Autónoma de México. Fuentes en su escritura, tiene un estilo sofisticado que hace que muchas de sus novelas sean complicadas al leerlo por primera vez, razón por la cual, se recomienda empezar con sus cuentos o con Aura.
Su primer (magnifico en mi opinión) libro publicado, fue la región más transparente, donde buscó por medio de la novela, ir al quid de la identidad mexicana(o de la nación si se me permite), narrando en forma histórica las peripecias de varios personajes pertenecientes a distintas clases socioeconómicas de México. Luego de este libro, el siguiente gran éxito fue la muerte de Artemio Cruz, donde narra la historia del poderoso Artemio Cruz, quien en su lecho de muerte empieza a recordar las etapas más significativas de su vida, haciendo de paso un análisis a distintos momentos de la historia de México sin alejarse de la historia de aquel moribundo personaje. Luego continuaría publicando buenos libros como Aura o Terra Nostra (según la crítica ya que este no lo he leído); de los cuales el último mencionado, ha sido denominado por muchos estudiosos de la literatura, el último libro del llamado Boom Latinoamericano. A partir de ahí (según una opinión algo generalizada en la crítica) su obra empieza a decaer, y los libros publicados no aportan mucho a su obra ni a la narrativa en español. No obstante lo anterior, a Carlos Fuentes lo avalan como uno de los escritores con mayor reconocimiento en el mundo una serie de premios como el Cervantes (el más importante premio de la literatura en español), muchos de sus cuentos, ensayos y sus primeras novelas que renovaron la narrativa hispanoamericana; que contribuyeron para dar lugar a nuevas generaciones de escritores que antes no se veían. 

Siguiendo con mi relato, llegué una hora antes a la fila del antiguo Teatro Heredia, para esperar mi entrada al auditorio y con ello, la conversación que sostendría Fuentes con Gamboa y Vásquez, dos de los más reconocidos escritores de la actualidad. La fila fue larguísima desde una hora antes de empezar el espectáculo como pueden observar en las fotos, por lo que muchos tuvimos que comprar botellas de agua a $2.500 y $3.000 pesos, mientras veíamos a nuestro lado, a algunos expresidentes (como Samper) bajándose de sus grandes camionetas (prestadas posiblemente por la alcaldía) para entrar al espectáculo por una puerta diferente a la de nosotros sin hacer fila. A diferencia de ellos, “famosos”, escritores y otros conversadores del Hay sí hicieron la fila como la gente normal, demostrando más civismo que los políticos que se creen intocables. En todo caso, a las 5 y 30 (hora a la que supuestamente empezaba el evento) se abrieron las puertas para que nosotros, los ciudadanos de a pie que no ostentamos ni hemos ostentado cargos públicos (afortunadamente, no somos corruptos ni ladrones) entráramos a un auditorio que poco a poco se fue llenando hasta el punto de cubrir todos sus asientos, los cuales, no eran poquitos. Como último dato “resentido”, aquellos políticos que entraron por la puerta de al lado, no necesitaron ir a buscar silla como nosotros, ya que les dejaron varios palcos reservados para ellos.



El teatro, como pueden observar en las fotos, estaba lleno y a mí me toco ir a un palco lateral al lado derecho de Paulo Laserna, quien con su hermosa novia (creo que es novia) me hicieron compañía sin cruzar palabra en todo el conversatorio. A mi lado izquierdo (o más bien en el palco del lado izquierdo), estaba una hermosa periodista del espectador (eso decía su escarapela), cuyos ojos azules y pelo mono pintado, capturaron mi mirada en varias ocasiones del conversatorio. Su risa y sus suspiros; sus juegos de pisarme levemente para que yo levantara suavemente su pie incrustado en aquella sandalia blanca que estaba sobre el mio,  hicieron de mí, un desconcentrado estudiante que no cruzó palabra con aquella bella chica debido a mi desgraciada propensión a la monogamia que me puso limites que en condiciones de soltero habría dejado de lado (así me ganara una cachetada). En fin, los estoy aburriendo con mis apreciaciones subjetivas. Volvamos al conversatorio.



Fuentes, Gamboa y Vásquez ingresaron del lado izquierdo del auditorio mientras el lugar estallaba en aplausos dirigidos principalmente para el mexicano. Los tres escritores se sentaron y Fuentes fue el primero en hablar, para presentar (de forma atípica) a sus entrevistadores, elogiándolos por sus trabajos literarios. Luego de lo anterior, procedió a decir que esta era la continuación de una charla sobre “Literatura y Ficción” que habían tenido anteriormente en Paris y entraron a hablar de literatura y la novela; del cine, de las drogas…de un conjunto de temas que siempre tenían que ver con el tema principal literatura y ficción.

El conversatorio inició con Fuentes ironizando con sus dos entrevistadores sobre el evento del crucero “Costa Concordia”, para luego entrar a discutir sobre las relaciones de literatura y realidad. Fuentes inició rememorando la necesidad que tuvieron los escritores del Boom para romper con la literatura que se venía gestando en sus países, tomando influencias de Estados Unidos o Europa. También mencionó que todos los escritores publicaron las mejores novelas de sus países desde el extranjero porque ellos tuvieron que entender sus países desde la añoranza que tienen desde su extra-territorialidad que los llevó a reinventarlos por medio de la literatura. Fuentes habló sobre las cartas que le envío su buen amigo Gabriel García Márquez cuando escribía cien años de soledad, donde el escritor se daba cuenta de su propia creación y que hoy, se encuentran (según Fuentes) bajo siete candados en la Universidad de Princeton. Fuentes habló de Cortázar, de su amigo el cineasta Luis Buñuel, del cual, Hitchcock aprendió para sus posteriores grandes obras cinematográficas; y mencionó un supuesto proyecto que tenía Buñuel de llevar “Aura” al cine con la ayuda de Fellini (lo cual hubiese sido maravilloso de haberse dado). 

Siguiendo con la literatura, Fuentes insistió en que la novela (y el libro en general pensaría yo) no va a morir, porque esta cuenta las cosas de una manera que no se puede narrar de otra forma. De igual forma sostuvo que la ficción va a seguir viviendo porque a diferencia de la realidad no tiene fronteras. También Fuentes contó que empezó a escribir una novela sobre el jefe del M-19 Carlos Pizarro hace varios años, pero que no la ha publicado (y posiblemente no la publique) porque siempre obtiene nuevos datos y eso no le deja terminarla del todo bien. Por lo anterior, consideró que el novelista no puede competir con la realidad y por tanto, recurre a crear un mundo diferente del real para contar sus historias (algo parecido a lo que dice Vargas Llosa en Historia de un Deicidio). Finalmente la conferencia terminó con la pregunta a Fuentes por parte de Gamboa, de qué libros recomienda a los prospectos de escritores leer, a lo que él contestó “El quijote, el quijote y el quijote”, para luego ser ovacionado con los aplausos de todo el auditorio quienes se pararon en señal de respeto ante aquel grande de la literatura. La conferencia terminó y mi cara larga cambió ya que puedo decir que fui a un conversatorio bien interesante, donde se tocó un tema que tuvo diversos matices pero que estuvo en una misma tónica. También, aunque tuvo el método charla de cafetería, me sentí más conectado con esta conversación (no obstante mi querida vecina) que con la anterior.


Bajé corriendo del auditorio cuando eran las 6 y media de la tarde, estaba oscuro y se respiraba un calor con olor a agua de mar en la Ciudad Antigua de Cartagena. Llegué rápidamente a la (ya larga) fila que estaban haciendo unas personas con el fin de que Fuentes le imprimiera su firma en su respectivo libro. Junto a mí, estaban esperando personas conocidas como Diana Uribe y otros gatos como yo que solo conocen en la casa que esperábamos poder conseguir la firma de Fuentes. A nuestro lado, en una fila más grande estaban unas personas que esperaban que se abrieran las puertas para acudir al recital de piano que venía a continuación (y del cual no pude conseguir boletas). Infortunadamente todos los que esperamos tuvimos que irnos con las manos vacías siendo las 6 y 45 de la noche, porque por compromisos de Fuentes, la firma de libros tenía que darse el día siguiente.      

Tercera charla: Daniel Mordzinski en conversación con Juan Gabriel Vásquez. (Plaza de Santo Domingo Salón del Rey)

Como dije anteriormente esperaba ir al recital de piano pero se acabaron las boletas antes de que pudiese haberlas comprado. Por tal razón, acudí a la charla de Vásquez (tercer conversatorio) con el fotógrafo Mordzinski en uno de los salones de la Plaza de Santo Domingo ubicado en el segundo piso; mientras en el patio del primer piso, tenía lugar la conversación entre la escritora Jane Teller y Jon Gower. Sobre esta conversación me permito comentarles que cerca de ellos había un stand de la Librería Nacional ofreciendo los libros de Jane Teller a precios supremamente altos.

El salón estaba organizado de la siguiente manera: había una centena de sillas que rodeaban la plataforma donde minutos después se sentarían los dos conversadores; en el techo (y más exactamente la parte encima de mí) estaban dos video-beam encendidos que apuntaban a distintas partes de aquel lugar que expondrían unos videos que Mordzinski había preparado para la ocasión y habían tres puertas, de las cuales, dos eran para que entraran y salieran los espectadores. Eran las 7 y 35 de la noche y los protagonistas de aquella charla no llegaban. Todos estábamos a la espera mientras pasábamos el tiempo observando a las personas que estaban en aquel lugar, como por ejemplo los tres muchachos (como si yo fuera tan viejo) que estaban al lado izquierdo del salón, algo retirados de las sillas, con dos computadores portátiles; o el escritor (eso decía su escarapela) de abundante barba que estaba a mi lado y quien no recuerdo su nombre.

De un momento a otro, como a las 7 y 40 de la noche, entraron el escritor y el fotógrafo de los escritores para sentarse en sus respectivos sillones, mientras el público aplaudía por su llegada. Mordzinski estaba de negro, mencionando medio en broma que estaba nervioso; y Vásquez de blanco, agradeciendo la presencia de las personas en el lugar. La charla – en síntesis – se las divido en tres partes de la siguiente forma: la primera que pareció casi libreteada de este artículo del Malpensante, fue en relación de aquella anécdota del payaso y la cámara fotográfica que Mordzinski no pudo obtener. La segunda parte de la conversación inició con la presentación de imágenes del último libro de Mordzinski “Últimas noticias del sur”; que fue acompañada de una bella música de fondo. Luego de aquello, el fotógrafo contó anécdotas sobre su viaje con Luis Sepúlveda, que hicieron amena la charla. Como tercera y última parte, Vásquez y Mordzinski procedieron a hablar sobre las “Fotinskis”, que son fotos donde Mordzinski pone a los escritores a realizar cosas bizarras (en su término anglo), como empezar a correr mientras le toma fotos (Saramago), a tener vestidos que no utilizan normalmente, a tomar fotos evocando tiempos de niño (Vargas Llosa), entre muchas otras actitudes que el escritor no tomaría normalmente, pero que acepta para las fotos de Mordzinki. Luego de aquella conversación, la charla terminó con la presentación de “fotinskis” como las que pueden ver acá.  

Pido disculpas por no haber ofrecido tantos detalles de la conversación, y esto es porque no anoté los temas tocados (y no quiero caer en imprecisiones) en aquella charla amena donde Mordzinski me enseñó algunos paralelos entre literatura y fotografía, donde Vásquez se terminó de redimir (para mí) de su primera floja conversación. Con lo anterior, terminó mi primer día de Hay Festival, con un resultado que se puede decir fue positivo ya que dos de tres conversaciones me gustaron y me dejaron con ganas de más; que les seguiré contando en la siguiente entrada.  

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